La amófila de la arena, de la que se conocen varios veintenares de especies distribuidos por todos los continentes, es un insecto muy curioso. Las avispas están divididas en especies sociales y en solitarias. La amófila, como ya deben de saber, es una de ellas, es decir, una avispa.
Se distingue de los otros himenópteros por sus costumbres muy particulares. Es carnívora y sus larvas se alimentan de carne, al revés que las de las abejas y otras avispas que se alimentan de polen y de miel.
Los machos y las hembras viven separados y sólo se reúnen para el acoplamiento. Los machos mueren poco después haber fecundado una hembra. La amófila de la arena hembra es muy activa; no le basta con libar en las flores y llevar su cosecha a la colmena, sino que también caza a otros insectos.
La mayor parte del tiempo lo pasa buscando presas que paraliza de un picotazo y después lleva a su morada. Lo que es curioso, es que su veneno no mata a la víctima, sino que lo paraliza totalmente sin afectar los centros vitales.
Lleva su presa a su nido, que ha hecho en la tierra y pone un huevo en el cuerpo que ha cazado. La joven larva nace y comienza a devorar el insecto que se mantiene vivo hasta el fin de su terrible calvario.
Cada especie de amófila caza un tipo determinado de insecto. Algunas capturan arañas, otras orugas o saltamontes. La hembra llega a poner de 6 a 14 huevos y el desarrollo larvario de éstas va de 2 a 5 semanas. La longitud del adulto es de 2 a 4 centímetros. Su nombre oficial es de Ammophilus fuscus – Amófila de la arena.
Ya se la saben, respeten y cuiden la flora y fauna de esta roca estelar…