Nos levantamos con una triste noticia, el gran estimado Joaquín Salvador Lavado Tejón, mejor conocido como Quino ha decidido cambiar de dirección, dejando la parte física de la Tierra y se ha mudado a otra dimensión espiritual. Quizás se aburrió de este planeta, quizás fue requerido para levantar el ánimo en esos lares, quizás necesitaba descansar de todo, quizás…
Fueron 88 años bien vividos desde que salió de su natal Mendoza, dedicándose a dibujar en la mesa de su casa, adquiriendo excelentes hábitos como la higiene y la ortografía – algo que, a pesar de su estricta vigilancia, tuvo una que otra pifia en sus publicaciones, muy pocas, por cierto -, todo ello lo transfirió a su personaje más querido, la bien amada Mafalda.
Pudiéramos hacer una gran reseña de su vida, pero esa ya le deben de conocer, por medio de Wikipedia, su página oficial o por parte de su gran compilado conocido como “Todo Mafalda”, pero sería redundar.
El maestro no aguanto el accidente cardiovascular que había sufrido días atrás, lo estabilizaron, pero su cansado cuerpo ya deseaba otra cosa. Así que lo justo era dejarlo tranquilo y que hallará su merecido nicho, el cual se ganó desde hace décadas.
No, no vamos a endiosarlo, solo le daremos la dimensión adecuada, la cual, en él es más que grande, magnifica y muy merecida; su influencia está en todo el mundo, incluso para escritores, por decirlo así, más serios, el ejemplo más claro es Umberto Eco, quien hacía una férrea defensa de la niña, algo que es bien sabido por muchos.
Quino se supo ganar el cariño de todos, su timidez era famosa y fue fundamental para sus expresiones creativas, las cuales nos divirtieron, pero también nos hicieron pensar y discutir sobre como funciona la política, la sociedad, las costumbres y más. Pero también nos enamoro de esa pandilla de infantes que, con sus diferentes personalidades, nos identificábamos con alguno de ellos.
¿Feminista o no? ¿Socialista o capitalista? ¿Niña o adulta? Muchas cuestiones siempre estarán sobre Mafalda y su mundo, pero no podemos negar su popularidad, su inmenso carisma y admiración que una gran mayoría le tiene.
Tampoco entraremos en aristas filosóficas o sociológicas, esas están para los expertos, nosotros, aquí, en Ocioltura solo le queremos dejar estas humildes palabras de despedida, de confort para su esposa Alicia y sus millones de lectores. Nada más, nada menos…
Por cierto, si es un dios…