Fue un jueves por la tarde cuando recibí la llamada de mis colegas, miembros del club de: ¡Ni que fueras de hule! Conformado por Jeremy, alcohólico al punto de la locura, pero buen amigo y experimentado en cocteles altamente estimulantes, por otro lado, el filósofo y maestro mezcalero, el Vidente Surdo, un as al volante y experimentado cinéfilo; y el último, y no por eso menos importante, su servilleta.
Quién al escuchar, su anfitrión – o sea yo – el ritmo de Rainbow, a cargo de la banda Soviet Soviet; recuerda, con un vaso en la mano de un licor barato, tan barato que con un litro de esto te compras una bolsa de papas o 2 cigarros en la tienda de la esquina, con un tendero de cara de mal humor perpetuo. Pero bueno, regresando a la historia, rememoro recibir la llamada para una reunión algo urgente.
Acaba de llegar un mezcal hecho por los mismísimos dioses del Cannabis. Un par de litros que el maestro mezcalero nos dio a probar; lo que encantó a mi paladar. Y degustando muy alegremente, Jeremy comento que a él le faltaba arranque, así que, como siempre, tuvimos que hacer un par de misiones en tiendas de autoservicio, pero no sin antes, pasar a ver a la tía Conchis. Buenísima persona quien dirá que se dedica a llenar nuestras narices de felicidad.
Con unos mezcales encima y el black metal a todo volumen de los peludos del Vidente a la orden, nos encaminamos a las misiones; las cuales resultaron del todo bien y el motín era considerable: 30 latas de Four Loko ,10 de Jack Daniels Honey y 10 estimulantes líquidos.
Su servilleta hizo un par de llamadas y nos avisaron que había una reunión en casa de una chica muy bella, pero muy fiestera, corrimos hacia allá. La fiesta apenas empezaba y con el motín, así como un poco más de botellas y drogas en la casa, procedimos a realizar un brebaje algo especial y un poco asqueroso.
Servimos vasos de eso y al pasar las horas, y un par de minutos más, la gente empezó a desvariar. Yo me encontré con una chica con la que salía, saqué un porro y empezamos a fumar. Ella con un rojo intenso como el labial en sus labios, un escote demasiado provocativo y un vaso de eso azul que era el brebaje. Me dijo que sí quería ir a ver dónde dormiría y si me quería quedar con ella.
La casa tenía un toque a la película de Drácula, pero no recuerdo cual de las decenas de versiones que hay, está muy chido para mi gusto; entramos a un cuarto y al calor del alcohol decidí inhalar un poco de perico de su clavícula y se prendió tanto, que no sé en qué momento la tenía encima moviéndose deliciosamente sobre mí.
Tan rico estaba que no nos dimos cuenta que nos observaba su amiga o tal vez sí, no lo recuerdo, pero estuvo muy rico. Termino y salimos a la fiesta, todos estaban astrales y habían ido por más alcohol. Al regresar del viaje, se salió todo de control y procedimos a irnos el Vidente, J y Yo.
Vaya resaca al día siguiente, desperté y la cabeza me explotó.