Cuentos diseñados en la calle…
Hoy tuve la visita de Valentina, ella es muy elegante y viene directita de Colombia. Su personalidad es tan dura en ocasiones y tan dulce en otras, sobre todo cuando trae su sabor a lavada mejor dicho lavanda. Aunque a veces puede ser un poco amargada; y no en su esencia, sino en el último sabor de boca al bajar por tu cuello.
Puede ser por lo que hay que gastar cada que sales con ella, obvio, al ver su elegancia sabrás que saldrá caro el chiste; pero muchas se hacen pasar por colombianas y son más mestizas que otra cosa. No me malinterpreten, no me quiero meter en etnias, ni en feminismo y mucho menos en hablar de drogas peligrosas como lo son las mujeres para mí.
Pero no por ser de piel blanca y tengan un cuerpo muy curvy- lineal te vayas con la finta de que sean natales de Colombia, es más, al solo ver lo brillosas y deliciosas que son, sabes cuando realmente son originarias de allá, y al probarlas, reconoces ese sabor de: “Le gusta parce “.
Con un sensual tono que sólo las de allá saben hacer, es por eso que amo a las colombianas y no solo a las Valentinas, sino a todas las de ese hermoso país. Sin sentir algo por las de mi país, y no creas que soy malinchista, ni mucho menos. Tal vez sea algún sueño guajiro, después de ver un putero de novelas colombianas en E.U. No me preguntes por qué, bueno, no me hare del rogar, más que nada fue por que quien me cuidaba de morro; ella era fan de novelas colombinas, venezolanas y mexicanas. En fin, me estoy desviando, creo que hablábamos de Valentina y no de cosas olvidadas por salud mental.
No siempre he sido un valagardo, como lo puedo parecer ahora; sabes que Valentina no sale con cualquier pendejo, bueno, más bien la Valentina Original, ella sólo sale con tipos de caché y adinerados, aunque yo no pertenezco a ninguna de las dos anteriores; existimos dos clases de personas más con las que llega a salir Valentina. Los que tenemos suerte en no estar tan puteados por la vida físicamente y tampoco en la pobreza extrema. Somos una clase distinta, buscamos la forma de estar con ella, pero sin perder la cabeza.
La otra clase de persona es quien se vuela la caja de sesos por unos segundos al sentirla, eso sin importar las primeras 2 o las dos últimas. He visto llegar personas de caché y adineradas terminar en la miseria por la locura que provoca en nosotros el dulce efecto hipnótico que es conocer a Valentina; y otros cuantos en la febril situación de vender su alma al diablo y saber que valieron madre.
Y eso para mí ha sido inefable, ya que nadie queda exento de conocerla: Es muy fácil buscarla, ya que esta siempre en los antros con cachés; con excelente comida y bebidas añejadas por casi dos décadas, porque siempre gusta de ir acompañada de tragos caros, para siempre destacar en las fiestas y venga sola a ofrecerse como lo cara, exclusiva, lujosa y lujuriosa que es.
Hablando un poco de mi puedo decir que he sido empleado de empresas de mucho prestigio, donde he aprendido demasiado, a ser un poco mañoso y codearte de gente nice y terminar en una jumera, pero es un hábito que es sempiterno para mí y la verdad no me quejo, me gusta y fue así como conocí a Valentina; recomendación de unos amigos del jet set que me hicieron conocerla en una noche bastante bizarra como es mi costumbre. Pero la primera cita con ella no fue la mejor ya que termine con una bofetada suya que me volteo la cabeza y me dejo todo chueco, tu sabes de cuales bofetadas hablo, si es que tienes el gusto de conocerla, me enchueco la mandíbula del primer madrazo, pero creo que fue la adrenalina emitida por semejante acto, la cual aún me vuelve loco recordar cada fin de semana.
Fin
Cuento escrito y donado por Michel Espinosa, mejor conocido como el Pingu, quién es un amante y defensor del uso lúdico de la adrenalina… Pd. Michel Espinosa, Pingu, al igual, también responde a sus vociferantes duendes verdes como el Kukis…