- Disculpe joven, pero ya no tengo con chocolate, solo me quedan puros herbales –
El rostro del cliente se ve desconcertado, pero no como para hacerle un cuadro estilo el grito de Munch. No meditó tanto, total, solo es una puta crepa, no un pastel como el del tipo que sale en la tele, parecido al gordito cagado que sale en el cable, el tal Boss.
La neta, el pinche carrito de crepas solo es una pinche fachada, pocos se acercaban a comprar, los consumidores eran personas que no vivían por los rumbos donde estamos apostados. No, nunca. Porque comprarle a un culero delincuente que ya ha estado un chingo de veces en el bote, ni dios lo permita.
- Entonces, ¿a qué se refiere con lo herbal? – Al hacerme esta pregunta, el tipo pone cara de gourmet y cree que me va a hacer pendejo.
- No le digo el menú porque no le va a gustar para empezar, y como segundo punto, lo que queda es de clientes que hicieron su pedido con anticipación. Disculpe usted por no avisarle con tiempo – Trato de poner mi mejor cara de “perdón por la molestia”.
- Uta, eso me hubiera dicho antes de pedirle algo, nada más camine a lo pendejo – Diciendo esto me da la espalda antes de que le diga una mamada de respuesta. Mejo, puto pendejo que trae a sus chamacos y estaba pidiendo solo dos para repartir entre todos, que no mame. Culero y codo de mierda.
Como sea, que bueno que se largó el pendejo. Mi socio anda bien pacheco y piedroso – o lo que se haya metido -. Me siento como un idiota, capoteando a los que se acercan a pedir crepas. Si supieran que tengo como 5 kilos de la Mary Jane abajo del carrito, y los ojetes que van a venir por ellos ni sus chingadas luces. Todo sea por un conveniente trueque.
Y ese es el menor de mis males. En la bolsa de mi camisa traigo unos cuantos gramos de la caspa del diablo. Por esa “bolsita” me pueden apañar por unos 3 – 4 años. Ni que decir de los cagantes vecinos, intento de cartel de mala muerte que están a dos esquinas, y luego quieren su respectiva cuota – derecho de piso le dicen -. Lo más cagado, es que, el dizque líder, el mero padrinito, es sobrino del pendejete que está babeando sentado a mí lado en la banqueta. ¡Viva la familia!
Apenas llevo un mes como despachador de las crepas malditas y ya me he llenado de pedos y dudas existenciales. Pero de soluciones ni hablar. Pendejo de los pendejos, eso me digo todos los días desde que empecé a chambear con este loser.
Lo más irónico es que es él, quien me dice que solo he hecho una mierda de mi vida. Se le va el avión con tanta droga en sus venas y su complejo de Papa, con tanta pince bendición que reparte. Ni él se la cree, en fin.
Son casi las 10 de la noche y la temperatura a la baja, yo sin chamarra, ni un jodido suéter para atajar los pingüinos. Se suponía que esos bastardos, los del trueque, llegaban a las 9 cuando mucho y nada de que se aparezcan. He sacado mi móvil tres veces para marcarle, pero solo me manda a buzón. Putos impuntuales.
¿Qué chingaos hago para matar el tiempo? Mmm…
No sé, algo ronda por mi sesera, una cosa que puede cumplir dos intenciones: pasar el tiempo en lo que vienen esos cuates, y la otra es sacarme de la cabeza una idea que tengo desde hace tiempo, pero por una cosa u otra, no se me da.
Por lo visto he de hacer lo primero y ver, de que, manera calmo a mi cuate, no mames, qué linda manera de pasar el tiempo. Para colmo de los males, está empezando a lloviznar. Y como ruge la pinche panza de Tlaloc, se ve que va estar cabrona la tormentita, maldita suerte.
- Oye mi master, como que nos vamos moviendo de este pinche lugar, ya no hay ingredientes para hacer las crepas y como se escuchan los truenos, nos vamos a empapar cabrón – el pendejete voltea a verme con ojos bizcos, se ve que la trae chida. A decir verdad, se me escurre la nariz y los pulmones de solo verlo.
- Perate puñal, solo es una llovizna y… ya viste que chido se ven las gotas, parecen que traen un montón de colores, como un arcoíris de fantasía – se va chueco al caminar.
No friegues, este mono tiene más que mota y coca en el cerebro, se ve muy sospechoso el jijueputa. Espero que no sea que lo que estoy pensando.
- Mi bro, andas de poca madre, ¿sí está buena la del ciro peraloca? Y la Golden se ve que también la arma de huevos – observo su reacción, la cual, si bien no debería ser la de un galgo, pero como mínimo reaccionaría decentemente.
- Jejeje, es todo el cóctel que me hace andar más astral que la luna, eso y unos buenos four lokos de mora – sus manos hacen más gestos que un mimo desesperado por unas monedas.
- ¿No me digas que…? – creo saber su respuesta y aún así, no me va a gustar nada.
- ¡Si mi chavo! La pura sabrosura con la menta ¡¡Aaagggh! –
- ¡No mames pendejete! Sabes que vamos a ver al ñero de… Y es wey no es muy fiable, bien sabes que se ha transado a varios cuando han andado bien enfiestados.
- Tuuuu relaxxxxxx que yo bien pachecooooo –
- Yo nomas digo, no vayas a empezar a cabrearte y peor, estés de niñata si llega a faltar algo. Ese chaval es más ágil que un merenguero y de la bolita juntos. Pero tú ya sábanas. –
No vale la pena insistir, no sólo por lo colocado que está, sino porque siempre se ha sentido la mera reata, y más ahora, que anda en la onda de Naasón Joaquín, queriendo iluminar a todos los que somos pecadores. Como chingados que sea, tenemos que movernos a un lugar donde guarecernos y esperar al susodicho dealer.
Tenemos que ir paso a pasito, para evitar caernos o entretenernos con los alucines de mi compa. Al menos no está apretando la lluvia, pero sigue constante, sin visos de querer terminar. También tengo que verle el lado positivo. Espero que con la mojada que nos estamos poniendo sirva para que se le baje un poco lo alocado al cuate que traigo a un lado.
Sólo son dos cuadras para que podamos guardar el carrito, echar una chela y salir para toparnos con el marchante. Vale verga, mejor lo paro en esa esquina de la tiendita y me compro un six, para que hacerle a la mamada, si nuestro contacto ya sabe dónde nos refugiamos.
- ¿Quieres chela o un pomo mi estimado? – ni me pela el desgraciado.
Agarro unas frías de la Vicky y pago con cambio, para que la ñora no la haga de tos. Me chuto unas dos latas para tomar valor y guachar que no venga con la banderola acelerada, porque luego se les va el avión bien gacho.
No pasan más de diez minutos, y dos latas más para que suene el fon y vea que es un mensaje del vendedor / comprador. Ya está a cinco minutos de la miscelánea.
- Oye man, ya casi llegan los de Avon – ni pio de este marica, pero bueno, mejor, que se quede callado.
Ahí está, los escucho antes de verlos, su troca hace un chingo de escándalo y las rolas de la Arrolladora se escuchan como a 10 calles. Nada discretos los cabrones, music, vidrios polarizados, un chingo de humo, ropa de cholos y unas pinches jetas que para nada son de nórdicos. Más pinches prietos y feos que yo merocles.
Bajan como si se tratara de una escena de una de esas movies del tal Bay, como si anduvieran en cámara lenta, con poses muy marcianas y estudiadas, dejando al último al mero boss. Más coreografiado no se puede pedir. Eso sí, el chido parece árbol de navidad por tanto brillo que trae. No sé si es merca original: rolex, cadenas y pulseras doradas, aretes que traen unas rocas con mucho quilataje, chapa intensa en cinturón piteado. Si esos adornos son reales, ¡puf!, una buena billetiza se carga el susodicho.
Quisiera seguir contando mas de como nos fue con los fulanos y de la merca que nos trajeron, que no sólo fueron estrambóticos dulces, no, también se dedican a venderte y comprarte cosas al estilo Macumba y eso, eso no se escribe tan fácil, al menos si todavía no sé quién eres lector…
Esas magias se presentarán en otras ociosas horas…
Pd. ¡Ah! Antes de que se me olvide, es sobre segunda idea que ronda por mi cabeza y ya no les conté, esa idea, es, a la vez, una aprehensión y es aprender a hacer crepas…