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Un día de trabajo – El recolector

Es hora de un cuento…

En la 4 poniente, con dirección u orientación al zócalo, siempre hay mucho movimiento; entrando por la 11 sur / norte. Por esos lares está ubicado un parque de buenas dimensiones, el cual llaman Paseo Bravo. Esta plaza trata de ser una copia de la Alameda Central de la Ciudad de México, guardando las proporciones, y sí hay que guardarlas; las medidas se quedan cortas, las del Paseo Bravo, en comparación con esa enormidad que se halla cerca de esa otra plancha, punto de reunión de todas las manifestaciones dadas por una sociedad, el zócalo de la CDMX.

Pero regresemos a la descripción de este parque dedicado a Nicolás Bravo, héroe criollo de la independencia de México. Dicho lugar es de gran referencia en la ciudad de Puebla, capital política del estado que lleva el mismo nombre. Nombre cien por ciento español y como no, si desde su fundación, a esta ciudad se le conoce popularmente como la Puebla de los Ángeles. Después trató de llevar el apellido de Zaragoza, otro prócer de la nación, general que derrotó a los franceses en el siglo XIX, un 5 de mayo, fecha que ya se volvió fiesta nacional…e internacional – pregunten a los gringos -.

Es una fecha significativa, de esa gran batalla, pero no definitiva, de una guerra intermedia, antes de que se hiciera este intento de país. Es por eso que los gabachos se divierten de lo lindo con esa efeméride, tanto que piensan que es nuestra celebración de la independencia ¡santa confusión e ironía don Miguel!

Festejan tanto ese día y olvidan que el 15 / 16 de septiembre, fue cuando nos emancipamos de tiránicos colonizadores (que muy en el fondo, sabemos que también es una falacia). Quizás se deba al feroz oficialismo revolucionario (que agoniza pero no se muere), que nunca nos hemos dado cuenta, al menos en la masa durmiente, que ese grito de Dolores no era de libertad total, los rebeldes querían seguir con el “mecenazgo” de Don Fernando.

Disculpen si estoy divagando mucho, parece que estoy dando datos superficiales, pero pueden ser trascendentes para entender (o tratar) la naturaleza de mi trabajo y de la descendencia de donde provengo. Pero no se preocupen, ya entraremos en ello, cuando estemos en la casa de mi próximo paquete.

Sigamos con esta especie de introducción de esta pequeña semblanza de vida, de esta bella urbe del centro del país; pero no lo es tanto en el fondo de su alma colectiva. Contrasta mucho, su bondad y maldad, obvio, no en todos, al menos eso creo. Yo mismo no sé cuál es el porcentaje real de cuantos hay en cada bando, eso solo lo sabe el patrón.

Regresemos a esta puebla, fue fundada hace casi 500 años, en un pequeño promontorio, lo que hoy se considera el centro histórico. Son los barrios de la Luz, el Alto y otros que componen esa demarcación, cercana al llamado boulevard 5 de mayo; es de malvada intención, cambiar el término de avenida por una acepción francesa, ironías de la vida jajaja.

Es ahí donde la ciudad nace, con sus proporciones medianas, ya rozando en una grande; tiene varios millones de habitantes, entre lo que es el valle como tal, contando eso que denominaron juntas auxiliares, pequeños pueblitos o barrios que fueron engullidos por la metrópoli. Y como estamos en una descripción y no voy a negarlo, en una alabanza para ese cuadro que se conoce como Centro Histórico, que, en mí humilde opinión, uno de los más bellos de este país. Puede ser que he pasado mucho tiempo en estas tierras, siendo yo, un extranjero en toda la extensión de la palabra. He estado inmerso entre la población y sus piedras. Muchas personas he visto pasar y he visto caer muchas edificaciones…Quizás ya soy un pipope…mmm…jajaja.

Son en estos rumbos donde consigo a mis clientes. Deambulo por las trazadas calles, escuchando sus peticiones, que en algunas ocasiones, son más súplicas; y ellos, en ansiosa correspondencia,  están atentos a mis ofertas. Pero en otras ocasiones, son gestos de pura indiferencia hacia el resto de sus congéneres, así como a sus propias personas.

Es por eso que tengo que estar allí, para consolar a quien escoja el trato preferencial. Debo de aceptar que lo hacen casi sin pensar y ya que estoy en modo honesto, no deberían tener mucha necesidad de lo que ofrezco. Puesto que él que lo quiere, viene hacia mi en automático, sin desearlo tanto, pero con una urgente ansiedad de probarlo. 

La mayoría del ganado no admite desearlo, aunque eso, ellos no lo saben; dentro de sí, en su ser, saben que la petición está ahí. Se contentan con su ignorancia bendita. Los otros, que son los menos, la piden a gritos; son los más honestos, desbordan sinceridad. No se andan por las ramas.

La otra paradoja que se da en este lugar es en sí, el nombre mismo de la ciudad. En este momento se le da el apelativo de Zaragoza, en memoria y honor de ese esforzado y joven general que logró ganarles a los franceses, al menos en una batalla. Ahora, quienes ostentan el poder son de color moreno pero de sangre muy roja. Los de la administración pasada eran azules, y como tal querían comportarse. Azul de nobleza, de fina sangre, modos delicados y altaneros. Cuando ellos estaban en la silla municipal, el apellido de la urbe era de “Los Ángeles”. Yo creo que así se sentían los de ese partido de panadería. Su tendencia es moralista y mocha, practicantes de la hipocresía velada. Me imagino que nunca se han visto al espejo y notado el tipo de alas que se cargan, más afines a mis gustos.

Esa clase política y social ignoran el hermoso color café, pero no de sus acérrimos rivales, no, me refiero a los del pasado multicultural. Los del ave señorial, verde jade en los sures, multicolor en los centros. Una hermosa gama de colores. Los de ahora se sienten querubines , y lo son, pero de alas negras, muy negras, como su propio éter.

Blancos, blancura de piel y alma, claridad de iris y en esa idiosincrasia, creen tener inmaculado el espíritu; lo anhelan desesperadamente, sufren por ello, se tienen lastima, aderezada de una soberbia que confunden con piedad y misericordia. Se sienten dueños de la verdad, pero velada, velada su forma timorata. Timoratos de que se amplíe el espectro de luces. Ven el mundo en dos tonos: blanco de lo bueno y negro de lo malo. ¿y el tono café? Enterrado.

Pero basta de este soliloquio cargado de realidades amargas…y ciertas. Si así quieren morir, que así lo hagan. Raza mezclada, que sólo están sometidos  por una única voluntad; subdividida en muchos capataces. 

Me encuentro en la 4 poniente, justo donde inicie mi relato. Espero no los haya aburrido con este pomposo prólogo. Se que fue mucho rodeo , pero sirvió para hacer tiempo y así localizar un domicilio que me interesa en demasía.

Reconozco que con este “choro” saco estrés, frustración acumulada del talento desperdiciado de esta masa uniforme. La forma de ser, de esa masa, a lo mejor lo considere de una forma muy condensada; parcial la opinión, pero es que llevo tanto tiempo entre esta inmundicia que he perdido el sentido objetivo de las cosas y conductas.

¡Ah! Ya casi arribamos, mis pasos me han llevado a rodear la cuadra, estoy sobre la 2 poniente, calle paralela a la que busco. Una aclaración, quizás no conozcan esta colonial ciudad, por lo que explicare algo de su distribución y referencia. La mayoría de sus calles son de nomenclatura numérica. La traza urbana junto con su orientación están basadas en la flor de los vientos: norte – sur y oriente – poniente. Los numerales van de acuerdo a su orientación (valga la redundancia) y se van marcando en pares o nones. Grosso modo es la explicación, espero haberlo hecho bien.

Mis pasos me hacen pasar por un hotelito, eso me dice que ya estoy sobre la 4 poniente, doblando por la 9 norte. Ese era un nidito de amor ficticio y artificial, donde había carne fresca, de esas que eran llevadas en contra de su voluntad para practicar el más antiguo oficio de la humanidad. Varias veces venía a deleitarme la pupila, gozar con las ejecuciones pasionales, ver como se peleaban por esas doblegadas señoritas.

Algunos de ustedes deben de saber de qué hablo; años llevaban allí, desahogando las bajas necesidades de la clase trabajadora. Los ricos, o aquellos que les gustan otro tipo de servicio y demostradoras, prefieren los masajes a domicilio, que de masaje no tiene nada. También están los llamados table, donde la variedad tiene estilos internacionales, mujeres más buenas, dirán los astutos sacos de carne misóginos.

He llegado, o más bien, hemos llegado, debo pluralizar porque ustedes están dentro de mí y viceversa. Un bonito edificio, así como aguantador; con un poco más de un siglo a cuestas. Está compuesto por departamentos para rentar y ahora que lo recuerdo, ya he estado aquí. No me queda claro por qué o con quién. He visitado tantos pinches lugares que ya no sé por dónde he andado.

Imagine que me esperaban, o de mínimo lo intuyeron, me han dejado el portón abierto. Jajaja, ahora que lo pienso, ¡¿a mi cuando me ha importado eso?! Puertas mierdosas. Entro para verificar si mi cliente está en casa. Tengo que subir por las escaleras, con sus hermosos pasamanos oxidándose, cayéndose en pedazos. Me caga subirlas, puedo desplazarme de otras maneras, pero reglas son reglas.

Veo luz en la cocina. ¡¡¡¡ooooohhhh!!!! miren al bebé dando sus primeros pasos. Como buen humano, curiosea por aquí, por allá. La mamá expectante, cuidadosa de su prole, clásica mexicana sobreprotectora. Aprovechare que están entretenidos vigilándose entre ellos. 

Pasaré sin tocar, iré directo a la recamara. Cuarto amplio, domina la estancia una pomposa cama King size, ¿qué decir de esa portentosa pantalla de 60 pulgadas? Se le han de ver hasta los barros a los personajes que salen en las majestuosas telenovelas nacionales o cualquiera que sea la mierda que vean. Debo de agradecer a telerisa, azcaca o spy por el esfuerzo en conjunto que realizan, aligeran mi chamba; se han vuelto mis mejores aliados. Engañan  los sentidos, preparando a sus espectadores, para que así acepten sin problemas mi mercancía, sin renuencia, se resignan felizmente.

¡Alabados todos ellos! Son la droga legal más estimulante que puede haber. Coca, mota, heroína, tachas o cualquier otro enervante que me digan, no te deja tan pendejo y alucinado como la televisión. Estás consciente de tu idiotez, y lo toleras cagadamente porque es gratis. Con más razón te dejas manipular, sin violencia. ¡¡Estos remedios caseros son la mera neta!!

No tengo los derechos de autor de esta magnífica representación…

Me acerco al colchón, es cómodo, mullido, se ajusta perfectamente a mis piernas, total, no hay prisa. La paciencia es una virtud y a mi sobra. A decir verdad, siempre la quieren, no hay falla con sus ansiados deseos. 

Llega el susodicho, míralo, ¡que tierno se ve desde esta ventana! Como besa a sus mujeres. Debió presentirme. Escalofríos de malsana alegría le darán con sólo verme. Trae prisa por deshacerse de ellas, sus hembras. Tonto, ese preciado tiempo debería alargarlo, pasar más rato con sus preciosas damas. Ellas tendrán todo el tiempo para contemplarte, siempre y cuando lo sientan en su corazón, con la debida nostalgia y melancolía. ¿No dicen que ese último estado de ánimo, tiene rostro de mujer?

  • ¡Que pinche día! ¡¿Cómo están mis flores?! – 

Casi grita este pendejo. Es increíble como este tipo de expresiones desahogan la tensión. Lo mejor de todo, es que está ensimismado en sus pensamientos, lo que lo distrae de todo. Esto no lo hace revisar sus aposentos privados, pasa como catatónico. Otro de los nuevos males de este nuevo siglo cristiano, el apendajamiento laboral.

De repente, una ventana  se azota con singular fuerza. Ha sido la que da a la calle, supongo que la dejaron abierta.

  • ¡Puta madre! ¡Que susto! Ni cuenta me di que la deje abierta; que bueno que la ráfaga no tiro nada, ni se quebró nada. Ando de suerte.

Escucho y veo sus gesticulaciones, me divierte su monólogo, como lo balbucea nervioso. Posiblemente ya se percató de mi presencia, si es así, no veo inquietud de su parte, ni siquiera un asomo de curiosidad.

Comienza a revolver el interior de su mochila, esa que traía colgada. Se sienta en su cama, ha dejado a su familia en la cocina. Cierra la puerta concisamente, no sin antes asomarse, checa que no estén cerca sus mujeres.  Se sienta en su cama; yo me acerco lo suficiente, pero dejó el justo espacio para no importunar.

La habitación empieza a oscurecerse, a pesar de que estamos en una de las calles más transitadas del Centro Histórico. No importa, quiero que sea una sorpresa. El sino y destino ya están en marcha, no se puede detener esa extraña rueda, por más que lo desee.

Ha colocado sobre la cama, un six de cervezas que ha sacado de su mochila. También añade una bolsa pequeña, tipo ziploc. Dentro de ella hay un polvo blanco. Aparecen jeringas, de esas comunes que venden en cualquier farmacia del gordo alegre; no faltan los cigarros y un paquete de incienso. Menuda combinación de productos.

De otro compartimento extrae una cuchara, observo que es nueva. la empieza a limpiar tallandola consistentemente, con harta paciencia, pareciera que el trapo, que alcanzó de su buró, es una parte de su brazo. Después de terminar con esa higiénica tarea, se levanta, se dirige al tocador, donde recoge un cenicero. Parado ahì, saca cigarrillos del paquete nuevo, y con movimientos rápidos, enciende de golpe 5 de éstos. En contraste, con cierta parsimonia, hace lo mismo con algunos palitos de incienso. Jejeje, es un mañoso, al parecer, no quiere rastros de sus pecados.

Los tabiros se van consumiendo poco a poco, él les da, de vez en vez, unas fumadas para que sea parejo el desgaste. En todo ese accionar, toma una de las chelas, la abre y de un solo trago se la pasa. Se ve que trae sed, pero es más su impaciencia, el esperado momento de placer ya está allí. Su rostro denota el tormento y tortura que está pasando.

Verifica que ya haya suficiente ceniza en el trasto. Con manos temblorosas, pero con experiencia, toma la bolsa. Ya sé por dónde va todo el teje y maneje. 

Describir el montaje de la cuchara, ver la masa que se va formando, de cómo succiona la misma con una jeringa seguido por el arremangue de la manga izquierda de su camisa de trabajo, enrollarse el cinturón en la misma extremidad; para luego arponearse en la nerviosa vena, probando el elixir de las puertas escondidas. Todo, todo eso vale madres, es mejor comentar los gestos que el tipo hace. 

El reflejo mismo de orgasmos mentales se aparecen en su rostro. Los pensamientos inundan sus terminales, circuitos y neuronas cerebrales así como corporales. Todo él es un paroxismo. Las fronteras se han abierto, arrastrando su ser al otro lado, efímera felicidad, escape de sí mismo. Se ha vuelto la representación de la magia, de la química que recorre sus venas.

Trasciende en cuerpo y alma. Llega a los mundos prohibidos. Sinceramente, creo que no hay nada más hermoso para él. La famosa subida está en plena efervescencia. Ésta debe de estar conformada por imágenes llenas de colores; bellísimas, que tratan de atraparlo para siempre, para que no huya de nuevo. Se regodea con la infinita dulzura, esa que en el proceso, y choque alquímico lo vuelve puro. La soledad de la pureza de ser.

Hallándose consigo mismo, sin reclamos ni arrepentimientos; esos, quizás lleguen después. Pero ahora es su momento, vuelve a nacer, cubierto de sangre y sudor; la placenta aún lo envuelve. Pasa la vida por él, con la mente abierta hasta dónde no sé puede decir más. 

Ha entrado a sus palacios favoritos, de repente, se da cuenta que acaba de ver su futuro cercano. En ese instante no hay miedos, sólo la plenitud del todo. Sin cortapisas. 

Ruido blanco de fondo, lo trae de regreso, poco a poco. Regresa su cerebro, vuelve su cuerpo. El clímax está disminuyendo, ya no es inacabable. Le va a doler un poco. Lo más triste es que todos ellos, los caídos, son iguales, parecen espigas, doradas y suculentos ingredientes para la maldad.

  • Hola Roy ¿satisfecho el ego? No te asustes, siempre me has conocido – Con está irrupción, notó que su pulso se ha acelerado. El tambor que tiene por corazón va al máximo, de nuevo. 

El temblor de manos, ojos y cuerpo parece eterno, trato de no impacientarme, a pesar de lo irritante que es. Irónicamente, la calma que prosigue se volverá indefinida.

  • No puedes hablar, pero te imaginas quién soy ¿o no? La muerte es mi pariente, algo así como una tía – Sus ojos vidriosos se entrecierran, tratando de ubicarme, darme un rostro, un nombre. 

Lo catatónico se desvanece, para su mala suerte, sus sentidos están en niveles muy altos, demasiado diría yo.

  • Cuándo empezaste el viaje, el verdadero, hace algunos ayeres, siempre estuve ahí, acompañándote. Has de recordar de lo que te hablo. O mejor aún, los gritos, que, hasta donde sé, los sigues escuchando.

La rigidez de su físico no es nada, palidece con lo que lleva en su interior. Fea combinación, revoltijo de punzadas, dolores y sentimientos. Si que la vas a pasar mal mi buen Roy.

  • La inocencia siempre grita fuerte- Pero tus alaridos serán sonidos de gloria maldita – 

Parece buscar de dónde asirse. Ya no hay cambio de nada. Los pagos deben de cubrirse sin falta.

  • Gozabas, o mejor dicho, lo disfrutamos los dos, con deleite celestial jajaja (mierda de referencia). Vaya sarcasmo del destino, ese es tu concepto de nirvana. Quisiste cambiar, pero la bestia te domina. –

Intenta moverse, pero no avanza ningún centímetro. La cabeza le da de vueltas, visión borrosa.

  • Esas niñas clamaron mucho, suplicaron, pidieron tú nombre desde hace rato. Bueno, el arreglo siempre llega –

Luz bendita, bajando, ilumina la habitación, saca de sus escondrijos a las bienamadas sombras.

  • No mi estimado, ese no es tu camino. Sólo viene a atestiguar a que se selle el pacto. La salida que buscas está detrás tuyo. El gran agujero negro.  No te preocupes, los colores varían, y eso, créeme, al final es lo de menos. – Debería ver su rostro, jajaja, patético.

Transporte rápido, nunca dejan de asombrarme los gestos, son dignos de cualquier pintor surrealista o fotógrafo de guerra – o nota roja, en su defecto -. Pero lo más bello, son los sonidos alaridos que salen de su garganta, un mix de los propios así como de aquellas que tuvieron la mala fortuna de cruzarse en su camino.

Su siguiente parada es un divertido carrusel de propuestas, con la imaginación desatada. Desearía no tener sistema nervioso central, o cerebro que procese los vínculos eléctricos de su esquelético cuerpo. Las maravillas que le esperan, dignas del Bosco. 

Me he ganado otra calaverita para el 2 de noviembre jajajaja…

Señores, soy su guía, de lejanas tierras y épocas. Por eso me gusta éste lugar. La contradicción de nombre, historia y monumentos eclesiásticos. Las raíces que tienen pueden hacer diferencia. La percepción, así como la aceptación, son más placenteros. Ya que no hay esas falacias del bien o mal. Al menos, parece que les importa un soberano bledo.

Me dieron un nombre, ya lo olvidé, me gusta más el que ustedes me regalaron. La Puebla de los Ángeles, vaya farsa. Son los mejores clientes, desdeñosos de sí. Mestizaje culero, más por la sangre importada. Antes, con gusto daban y creaban las diferencias, sin reducción mental. De todos modos, me aligeran la chamba.

Cuándo gusten, saben por dónde camino. No lloren por él, no vale la pena, sequen sus lágrimas y si quieren, podemos irnos juntos.

Autor: MEPAL…

Julio 18, 2013. 19:35 horas. Actualizado el 30 de mayo del horroroso 2020…

Escrito por Invidente Zurdo

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