“No podría vivir sin champagne; en la victoria lo merezco y en la derrota lo necesito.” Napoleón
Envases de caguama inundan mi caverna y un par de vasos a medio terminar e infinidad de cigarros a medio fumar, también son parte de la decoración que suele ser mi caverna, rolas que ni son de mi tiempo pero tienen el beat que me gusta y me hace mover algunas de mis extremidades ya un poco atrofiadas, pero que, con una buena aceitada quedan de rechupete; y no me lo tomes del modo yonki o sea, no me refiero a los ácidos de LSD que solía saborear cada fin de semana más bien a fluir con cada onda sonora y hacer que el cuerpo haga lo suyo.
Te contare, yo soy lo demasiado alegre y buena vibra que pocas veces me va mal; pero como todo, la vida es una montaña rusa de emociones temporales, unas cuantas horas estas arriba y a veces se traba esa máquina que cada uno lleva llamada cerebro, choya, cabeza o como tú le digas, pero es así la física.
Todo lo que sube tiene que bajar y ahora son esos bajones que no matan, pero si te mueven el piso, una sensación la cual amo vivir, pero a veces prefiero no sentir, porque las ganas de todo se convierten en un menos cero y eso es lo peor en esta vida que llevo, el no valer nada y sentirte de esa manera uno que los demás no ven ese – y un poco más ven el + -, es genial pero cuando eres menos cero ni un + 1 sirve. ¿¿Me entiendes??
Espero que sí, para no hablar en vano o a lo pendejo, no sé si mi más 1 sea Valentina y sabes bien que no es una persona etérea sino más bien un momento y una emoción que la vuelve la más puta por ser solo de quien la pueda pagar; por que viene con kit incluido ya sabrás tú, si tuviste el honor de salir con ella, porque ella es quien te elige, te huele, te llama y cautiva.
No se el por qué, mi suerte de oler drogas peor que perro k-9 de la policía, pero siempre me llega Valentina. maría, hash, entre otras, pero cada una tiene su toque y no del que se fuma.
Hoy perdí a Valentía, fui muy estúpido, la deje en un Oxxo al bajar del taxi y de tan pedo que iba ni cuenta me di y al llegar a casa la busque y no estaba, pensé, “seguro se quedó en el taxi”; marque al conductor y no respondía, emputado camine al Oxxo y en el estacionamiento la vi ahí esperándome tan paciente, lo bueno fue, que ningún maldito k-9 como yo la vio, si no otro cuento seria y uno erizo. Seguro seria así, ya que no volvería a aventarme otra vez esa misión.
Es difícil regresar sobre tus propios pasos, más cuando recorres el no retorno en medio de calles con farolas fundidas, así como le está yendo a mi caja de neuronas. Aun con ello, ahí voy, alegre, canturreando y silbando porque llevo a mi compañera de lujuria nocturna agarrada de la mano.
Solo por hoy es el fin.
Autor. Michel “Pingu” Espinosa, amante y defensor lúdico de la adrenalina. Deambulo y existo en la ciudad de Puebla, donde rasgo y hurgo la verdadera realidad angelopolitana.
Foto de portada del Invidente Zurdo