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El amor (lo) cura todo, la reseña de un acto de pasión

El teatro en México tiene una larga tradición, una historia llena de prestigio, con histriones que ya han anotado su nombre y carrera con letras de oro en los anales de esta bella profesión. Pero, como todo buen drama, tiene su lado oscuro. En las últimas décadas ha habido un decaimiento en todos sus rubros – los cuales no vale la pena enlistar -, aun con eso, hay una luz al final del túnel, más con la pasión y dedicación de jóvenes talentos como los que vimos la noche del jueves 27 de febrero, y nos demostraron, con todo y avatares, «el amor (lo) cura todo»

Iniciemos con la parte técnica, esta obra es de Martín Quetzal, y cuenta con la actuación de Lorena Moreno e Irving Mena. La dirección corre a cargo de la misma Lorena, y el rider técnico no conlleva un gran número de elementos técnicos, lo que le da ese aspecto visual minimalista, que, en lo personal, agradezco que la atención se enfoque en los protagonistas en montajes como éste, donde lo importante – como siempre debe de ser – es el trabajo de los intérpretes. El sonido por medio de una bocina también es relevante en el desarrollo de la historia; así como la iluminación, que refuerza esa intimidad personal y ambiental. Esa parte técnica la maneja magistralmente Patricia Olivares. Grosso modo son las características de este rider técnico.

¿Qué decir de la parte dramática? Una pieza teatral personal, profunda y reflexiva en sus dos tenores. Una obra de teatro dentro de otra. Lo que aumenta el timming de las actuaciones, en su potencia interpretativa, en lo gesticulativo físico y emocional. El eje central de la trama es el amor, y en esta representación, aparece con varios de sus rostros, demostrando que es la agitación humana que más mueve a los individuos, y nos convierte en meras marionetas sin sentido. Parte de eso se siente en la actuación de Lorena e Irving, ya que no todo es desasosiego en las relaciones de pareja. Hay esperanza, como bien lo deja ver «Gerardo», romántico empedernido, que, ¡ojo!, no justifica las inaceptables conductas misóginas que no podemos borrar, y él, Gerardo, las manifiesta sin pudor. Como decíamos arriba, los múltiples rostros de esa manifestación química que llamamos «amor».

Lorena es el otro rostro, desanimada y herida, llevándola a la indiferencia, desapego y cinismo, emociones más que justificadas cuando hay traición en la apertura sentimental que mostraste a tu pareja, y ésta, se aprovecha de esto para llevarte al límite. Ahora, imaginen el encuentro de estos dos seres, una esperada confrontación, como dice el título de una canción de Def Leppard «When the love and hate collide» – perdonen la referencia chavorucker – choque de titanes de cambiantes humores.

Lorena e Irving nos llevan a ese tren de caos controlado que es el comportamiento sentimental de las personas. Increíble trabajo actoral de ambos, interactuando con el público, pero sobre todo, su desenvolvimiento histriónico va in crescendo, sin dejarse nada, sacando todo de si, lo que los conduce a un desgaste mental y físico que notamos al final de la obra. Si eso no es actuar, entonces ¡¿qué cara..mbólas es?

Para terminar, y no extendernos más con la trama, les recomendamos que vean «El amor (lo) cura todo», todavía hay una fecha este jueves 6 de marzo en Musa Cultura Visual, a las 8 de la noche, en pleno centro histórico de Puebla. Pero también hay más proyectos por venir, así como disposición de la mencionada representación por si gustan invitar a otros foros o recintos culturales para que les den el espacio que tanto merecen. Skené es su casa productora, formadora de extraordinarios talentos actorales que, al igual que sus producciones teatrales y escénicas, amerita tener su justo reconocimiento, que más que merecido.

Ocioltura recomienda ampliamente este proyecto en todos sus sentidos…

Creado por Invidente Zurdo