Buscando en el Archivo General de la Nación se pueden hallar noticias como la que vamos a relatar en las siguientes líneas. Esta nos llamo mucho la atención ya que fue ilustrada por el maestro José Guadalupe Posada Aguilar y la otra curiosidad, la nota es en referencia a un intento de asesinato que sucedió en Roma.
Entre la numerosa producción editorial de la imprenta de Antonio Vanegas Arroyo, fundada en 1880, se encuentran hojas volantes y pliegos que narraban, de forma amarillista, crímenes sacrílegos, asesinatos, parricidios, etc.
Generalmente, se les daba un título alarmista y un grabado que ilustraba —o evocaba— el suceso narrado. El texto podía ser en prosa o verso y siempre concluía con una moraleja: el criminal era castigado, en el ámbito terrenal o en el divino.
Vanegas Arroyo y sus colaboradores consideraban que los vicios y los crímenes cometidos por los hombres generaban grandes males a nivel nacional e, incluso, mundial, Dios era capaz de castigar a todo el mundo por los crímenes de unos cuantos.
Esta publicación narra el intento de asesinato contra un clérigo de la Basílica de San Pedro en Roma, perpetrado por un tal Pedro de Santi. El texto narra, brevemente la historia de su infancia y la de sus crímenes, para explicar cómo llegó a concebir un crimen tan horrendo como el asesinato del papa Pío X.
Al fracasar en todos sus intentos —gracias a la intervención divina— decidió atentar contra otro sacerdote, Monseñor Orzi, pero sus intenciones nuevamente fueron frustradas por designio de Dios.
La narración concluye lamentando la existencia de ese tipo de actos que prueban «la absoluta falta del Santo temor de Dios, que hoy domina la sociedad» y justifica las desgracias que vive el país y el mundo: «Esas guerras fratricidas [sic], las discordias, los taclismos [sic] que se han registrado, en varias partes del mundo, de poco tiempo a esta parte, son castigo de las culpas de los morales y estos; cegados por su orgullo y despotismo, vanidad y errores no quieren comprenderlo por desgracia».
Por si no hubiera quedado claro, el texto «El sacrilegio» asienta claramente que es un pecado cualquier ataque verbal, de pensamiento o físico a un sacerdote y los castigos que se merecen quienes los llevan a cabo.
Es casi seguro que José Guadalupe Posada realizó esta cincografía especialmente para esta hoja volante, pues retrata el intento de asesinato al interior de la Basílica de San Pedro con gran habilidad y fidelidad al relato. El sacerdote, ataviado con su ropa ritual, se encuentra de pie frente al altar —rodeado por una multitud— y levanta las manos en gesto de súplica a Dios.
Atrás de él, Pedro de Santi tiene un revolver en la mano, con el que pretende herir al monseñor, pero el arma también la sostiene uno de los feligreses, quien evita la muerte del canónico. Entre los dos hombres aparece el rostro alarmado de una mujer que presencia la escena, al igual que el niño o joven que está a la izquierda de Santi. Del lado derecho, otros fieles —hincados o de pie— parecen imitar al sacerdote en la oración, ignorantes de la situación, pues sólo una mujer de avanzada edad y el hombre hincado junto al clérigo, parecen darse cuenta de lo ocurrido.
Hasta allí todo el relato que bien pueden leer en la Memoria del Archivo General de la Nación y aquí le dejamos la liga para su interés: Memórica.