Hay que ser honesto, este filme es un buen ejercicio sobre los superhéroes de cómics gringos. De la misma forma puede considerarse como una sátira sobre ese sobrecargado mercado, que se ha extendido desde sus páginas físicas a la pantalla grande, absorbiendo la taquilla, llenándonos de parafernalia hasta la coronilla.
Pero de vez en cuando te encuentras con estas prácticas, que no dejan de ser un buen producto para el entretenimiento y que intentan mostrar la versión oscura del cuento de hadas… pero que es más cercana a la realidad.
Los Gunn, comandados por James, se atreven a realizar una historia que busca mostrar a un Superman más apegado a la realidad, porque eso es lo que sucede, un ser extraterrestre llega en una nave espacial a la Tierra. Aparece en el planeta como un bebé, con rasgos físicos idénticos a cualquier humano.
La historia como tal está muy apegada a la del mencionado Hombre de Acero, las características son similares; el chico, Brandon Breyer, es adoptado por una pareja que no puede tener hijos y lo crían en el ambiente campirano de Brightburn, Kansas. Los progenitores lo educan con mucho amor, cariño y cierta carga de sobreprotección por parte de la madre.
Brandon crece bien, incluso, es un alumno aventajado en sus estudios, sufriendo el clásico bullying por parte de sus compañeros escolapios – escolares pues, chingao, hay que usar nuestras floridas palabras -. Pero una noche, algo lo llama desde el granero, donde, nos enteramos en ese momento, se halla escondida la cápsula o nave espacial que lo trajo a este sistema solar.
El hecho de su despertar como ser superior lo enseñan como una propuesta de terror, teniendo cierto efecto positivo en ésto, un logro atribuible a su director, David Yarovesky, quien con los mencionados Gunn, primos del famoso director, Brian y Mark, logran revestir a la cinta con una mezcla de ficción y el mencionado terror.
Es así como Brandon adquiere total conciencia de su origen y los poderes que posee, que son alentados por una voz tétrica que sale de la nave. Ésta, lo impulsa a que se apodere del mundo, ya que se nos muestra, implícitamente, que su llegada no fue casual, todo lo contrario, fue lanzado a la Tierra con toda la intención de que se apodera de la misma.
Los paralelismos con Superman siguen siendo los mismos, sólo que aquí, el extraterrestre se da cuenta que es muy superior a los habitantes de este primitivo planeta y aplica la posible congruencia: dominar a los seres inferiores.
Nada para espantarse, nosotros mismos lo hacemos con las otras especies que deberían convivir en un sana interrelación natural. Así que el paso dado en el argumento es el más lógico. ¿Por qué alguien con superpoderes no aprovecha la ventaja que ésto le da? Insisto, el hombre como tal, no hace otra cosa que tratar de subyugar a los demás animales. Es más, quiere someter a sus propios congéneres de especie, basándose en una superioridad de raza. Entonces, ¿qué le impide a ese omnipotente no replicar lo mismo?
Ese es el apunte que queremos dar, la película puede navegar entre buena y regular, pero su argumento puede tener más de una arista. El más presente, ser el lado B de toda historia de seres con facultades extraordinarias. El otro puede referirse al abuso que realizan aquellos países que cuentan con más recursos militares y económicos, de alguna forma u otra, querrán controlar a naciones con menos elementos ofensivos.
Pero no caigamos en una diatriba sin sentido, centrémonos en la cinta, donde todo el ente está dando un gran esfuerzo para sostener una teoría que todos piensan pero no quieren admitir y mucho menos consignar en sus creaciones literarias, o en este caso, visualmente. Brandon es agresión, comportamiento de depredador nato, ya que está consciente de su “anormalidad”, porque eso es para él en un principio. Una persona non grata para la mayoría de sus compañeros de clase.
El anagrama que se compone con las iniciales de su nombre y apellido, es una muestra de fuerza infinita, sabe que tiene que dejar su firma en sus creaciones. Al principio, esas muestras de salvajismo desbordado es sin ton ni son; cierto, llevan una intencionalidad para su nueva causa. Pero eso le va dando práctica e inconscientemente – al menos eso creemos – busca un resultado donde él será la víctima de todos sus actos de “limpieza” familiar.
Brigthburn puede gustar o no, pero no se debe subestimar su aporte a un universo que parece se les están agotando las ideas y parece que su futuro, al menos en el plano intelectual, está a pocos pasos de ser una repetición sin sentido. En lo económico seguirá dando costales de ganancias a los estudios.
Y ya que estamos en eso, hay que alabar la recaudación de esta película, son un poco más de 30 millones de billetes verdes. Pero su inversión fue de 6 millones de dólares. También hay que ver que su costo fue repartido por varias casas productoras, así que hubo cierto margen de activos a su favor.
Las actuaciones de Elizabeth Banks, David Denman y Jackson Dunn está muy bien fomentada, ya que al principio dan esas tonalidades de bonita familia, teniendo a Tori – el personaje de Banks – como la clásica madre sobreprotectora, quien no ceja en su intento por defender a Brandon, a pesar de su aumento de ira y negación de ellos como sus padres.
La dirección de Yarovesky es bien estructurada, y más porque el guión lo llevo sin tantos ajustes a un historia ya contada muchas veces, sólo era cuestión de seguir la otra vereda, más espinosa y no apta para soñadores fundamentalistas…