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Historia y descripción del Boyero bernés

Este es un ejemplar demasiado grande y pesado para conducir con presteza el ganado, el Boyero ha sido empleado, sobre todo, como perro de tiro y buen guardián. Como otros boyeros suizos, es perro de u sólo amo, fiel, afectuoso e inteligente.

Descendiente de dogos tibetanos empleados por los romanos para guardar sus rebaños y campamentos, los boyeros penetraron en los valles de Suiza por los pasos de San Bernardo y San Gotardo. La más antigua representación conocida del boyero bernés fue descubierta en Vindonissa en una lámpara romana de arcilla.

Muy extendido entre los campesinos y ganaderos, el bernés se cruzó con diversas razas de pastores locales hasta adquirir su forma actual. A finales del siglo pasado, llegó a casi desaparecer, y sólo se encontraban algunos ejemplares en la comarca de Dürrbach.

Un criador, Franz Schertenleib, recuperó la raza con sus perreras de Berthoud. Actualmente, es el boyero suizo más conocido en Europa y en Estados Unidos.

Descripción general del Boyero bernés

Cabeza: Fuerte y proporcionado al cuerpo, cráneo ancho y aplastado; hocico alargado; mandíbulas poderosas; orejas implantadas altas, de tamaño mediano y triangulares.

Cuerpo: Armonioso, poderoso y compacto, pero algo corto (65 cm de talla y 50 kg de peso); cuello muy fuerte; pecho ancho; lomo recto y riñones musculosos; caderas angulosas; extremidades rectas y vigorosas; los espolones de las patas traseras se les suelen cortar.

Cola: Caída y con una ligera curva en el extremo; cubierta de pelo largo.

Pelaje: Largo y ondulado, que le da un aspecto magnífico; el pelo es suave al tacto; color negro brillante, en el que destacan unas manchas pelirrojas sobre ojos, mejillas y en las patas, y otras manchas blancas en la cara, pecho, pies y extremo de la cola.

En nuestro país hay varios criaderos donde pueden conseguir estos hermosos ejemplares, pero nuestra recomendación es que si pueden adoptar cualquier perrito, y sí es mestizo o de los llamados callejeros, puede ser mejor opción y una extraordinaria ayuda a esos animalitos…

Escrito por Invidente Zurdo

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Diplomado en Historia del Arte Mexicano – Museo Amparo