Es el mejor y más seguro de los perros guardianes de rebaños de ovejas, cabras y vacas. Trabajador infatigable, valiente, inaccesible al miedo, tranquilo y de costumbres alimenticias frugales, el perro de los Pirineos es un auténtico profesional del pastoreo.
La raza tiene un antiquísimo antepasado: el dogo del Tíbet, del que conserva el tamaño imponente y el aspecto rudo, pero no así su terrible ferocidad. Diseminada por Europa tras las invasiones asiáticas, la raza se desarrolla en los valles de alta montaña, donde los pastores los utilizan, sobre todo, para defendiera los rebaños de los ataques de los lobos y las correrías de los osos.
Confinado en las montañas de los Pirineos hasta el siglo XVII, es descubierto por la aristocracia francesa, que lo adopta como perro de compañía y guardián de castillos y haciendas. En 1824, el general Lafayette llevó a América una pareja que con el tiempo sería la base del perro de montaña norteamericano. Desde principios del siglo, es muy apreciado como perro de compañía paciente y afectuoso con los niños.
Descripción general del Perro de Montaña de los Pirineos
Cabeza: No demasiado fuerte en relación con el cuerpo; hocico ancho, algo afinado en el extremo, labios caídos; ojos pequeños y oblicuos; orejas caídas, implantadas a la altura de los ojos.
Cuerpo: Muy corpulento (hasta 80 cm de talla y 55 kg de peso), pero no desprovisto de armonía, cuello corto y fuerte; pecho y lomo anchos y musculosos; extremidades fuertes, rectas y potentes, espolones dobles.
Cola: Larga, tupida en penacho.
Pelaje: Largo, abundante y bastante aplastado; colores en blanco uniforme o blanco con manchas oscuras o amarillentas.
En nuestro país hay varios criaderos donde pueden conseguir estos hermosos ejemplares, pero nuestra recomendación es que, si pueden adoptar cualquier perrito, y sí es mestizo o de los llamados callejeros, puede ser mejor opción y una extraordinaria ayuda a esos animalitos…