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Cuando el matar se vuelve cotidiano

  • He matado a otro, ¡jejejeje! Sé que te puede parecer vil, pero sabes que es por una ideología y / o convicción; son principios que te pueden matar ¡jajajaja!

Es mayo por la madrugada. Unas horas antes…

  • ¿Y cómo era señora? ¿Lo vio bien? Algo que pueda recordar por favor: ropa, rasgos físicos, quizás su cara o al menos como iba vestido. ¿Notó algo raro, en su cara o manera de moverse? Un tatuaje…

El policía se empieza a desesperar, admite para sí que la mujer no será de mucha ayuda.

  • No sé, era un tipo común y corriente, la verdad no sé; parecía como cualquiera de los que está allí, como esos mirones y chismosos oficial…

La conversación, entre la fémina, de unos 40 años y el policía municipal, se desarrolla en una céntrica y conocida calle, de una y más reconocida urbe mexicana. Enfrente de ellos, en una banca pública, hay un cuerpo, parece que está tranquilamente sentado en el mueble de fierro.

Es la avenida 5 de mayo, muy concurrida, por cierto. Es un día como cualquiera, abarrotada hasta la madre. Un chingo de personas comprando en las diferentes tiendas y almacenes que están esa ubicación. Se oferta de todo, en apariencia legal: ropa, alimentos, electrodomésticos y si gustan de otras cosas, hay favores discretos que se pueden conseguir con la decisión correcta -o urgencia carnal-.

La escena del delito ha sido acordonada y el mencionado cuerpo, es un tipo que han tapado con una sábana colorida; alguien se compadeció y la saco de uno de los negocios circundantes. No faltan las veladoras, para así dar la ilusión de que tendrá la luz adecuada para su alma y halle el sendero para llegar al otro lado.

Se nota su posición, está cabizbajo, al menos así parece. Una mancha roja, como a la altura del cuello y pecho, se va haciendo grande, gotea sangre en la acera, dirán los peritos, “se presume que es sangre”.

  • Qué curioso y paradójico, todos y nadie se da cuenta de lo que aquí pasa- Se escucha comentar a un poli a su compañero, eran cerdos municipales, abundan en esa zona.

Según vigilan, pero nada más andan galanteando, o como dicen ahora, tirando rostro.

Para ser exactos, todo sucede entre la 6 y 8 poniente, casi enfrente de una capilla muy hermosa y famosa, esa que se conoce como la del Rosario. Bellamente ornamentada, lo cual lo hace muy reconocida entre los visitantes extranjeros y nacionales, la admiran mucho.

Los locales, los nacidos en esta ciudad, están orgullosos de ella, tanto que es uno de los lugares preferidos para hacer ceremonias de enlaces religiosos. Eso sí, hay que estar en una lista de espera muy grande, tanto que pueden pasar varios meses, o un año, para poder casarse con todo la lujuria y envidia de quienes no son los elegidos por el representante de dios de esa sucursal.

Por eso causa extrañeza a los uniformados, incluso, a los mismos locatarios, empleados y peatones en general, que alguien no se percatara de lo sucedido. No hay testigos de un pleito, forcejeo o que haya habido gritos.

  • ¿Cómo es posible que lo hayan matado, en esa banca y nadie lo notara? O de mínimo ver a alguien correr, escapando desesperadamente. Como chingaos no se dieron cuenta- Se pregunta una persona que trabaja como voluntaria en la iglesia de los dominicos, donde se halla la famosa capilla.

De esas personas, como la mencionada, líneas arriba, hay un madral, cientos de ellas, ya que esta es una capital tan devota, católica y muy pegada a su dios. Fin del primer mini acto.

Inicia el segundo mini acto

  • Así es mi amigo, por cierto, disculpa que te esté molestando a esta hora, pero necesito presumir el verdadero cambio, un nuevo evangelio. – La voz que se escucha por el celular del adormilado receptor, se nota ebria, con un dejo de burla.
  • Calma mi estimado, tranquilo, te oyes muy acelerado mi buen Vic. ¿De qué hablas? Perdón, no es que no te entienda, pero me despertaste y todavía estoy apendejado por el sueño- Quiere apaciguar a su emisor.
  • ¿De qué evangelio hablas? La verdad muy poco me has contado y no recuerdo mucho de lo que dijiste ayer…creo- Trata el receptor de quitarse los últimos rastros de sueño.
  • Tienes razón, debo de reconocer que la noticia es más local que nacional. Pero ambos sabemos que termina trascendiendo, aunque luego, por diferentes cuestiones, a veces le dan un buen de difusión y en otras no- Sigue entusiasmado el emisor, pero se le ha ido bajando la euforia.

Empieza a llover donde se encuentra el receptor, corre un aire muy frío, algo fuera de lo común para estas fechas.

  • Pero aun con esas cuestiones que sugieres, sabes como andan las cosas en el sentido de la violencia en todo el país. Ya no es tan llamativo un muerto más. Total, uno más, ¿qué más puede pasar o hacer? A mi parecer, nada, absolutamente nada. Es un esfuerzo estéril – El receptor responde al tal Vic. Ya no quiere diatribas o desvaríos mentales.
  • Mmm, tienes cierta lógica con lo que argumentas, además lo mío no es nada fuera de este mundo. ¡Carajos! Ha sido parte de la historia de muchos cómics. Pero debes de admitir que asesinos seriales, como el que yo me estoy convirtiendo, con motivos tan pueriles o simples, no los ha habido tan seguido. A la vez, mis formas y técnicas, cargadas de discreción en medio de una multitud es lo que lo que más ha llamado la atención. ¡Ugghh!- Con ese sonido gutural se interrumpe. Muy desagradable hasta para un borracho.
  • Perdón el exabrupto, jajajaja. ¿En dónde me quedé? – Vuelve a la carga el emisor.
  • En donde querías explicarme que asesinos como tú muy pocos hay o que casi no han existido, según tu punto de vista. Disculpa que te lo diga, los hay a montones: sicarios, doctores o mujeres que practican abortos clandestinos (entiendo que no hay una ley que justifique esa acción, y desgraciadamente los castiga la mal llamada justicia), el gobierno mismo con políticas mal implementadas, los líderes de países que inventan guerras para hacerse de un bien material, los que se inmolan pensando que su causa es la más justa y así me puedo seguir todo un rato, dándote seres humanos que por una razón u otra, matan a pocos o muchos sea cual sea su caso. Así que no veo mucha novedad con lo que tu pregonas, presum… –
  • A ver, espera hijo de la chingada – lo interrumpe el emisor gritando –
  • Sé que redundo en muchas cosas, pero en esto, tu sentirás toda mi disertación, porque, se me estaba pasando, ya estoy cerca de tú casa jejeje. Es más, pase antes por las llaves con tus caseros jajaja – La risa es, irónicamente, cálida, de esas que, por alguna extraña razón, no querrás sentirla cerca y más cuando es a la altura de la nuca.
  • ¿Qué intentas decirme hijo de puta? – Angustiado, el receptor casi aúlla esta respuesta.

Click, tono de apagado en la comunicación telefónica. Se empieza a sentir en el cuerpo escalofríos. “Chinita” se pone la epidermis. Presiente el receptor que no acabará nada bien el próximo encuentro… para ninguno de los dos.

MEPAL mayo 22, 2013. 19:15 horas.

Escrito por Invidente Zurdo

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