Invidente Zurdo
Una muestra internacional que logro escapar a los bombardeos rusos justo a tiempo es reconocida como la “Exposición del Año” y eso le da más relevancia a la acción de evasión involuntaria, ya que no sólo se salvó la obra, también salvaron la historia intangible de sus autores.
“En el ojo de la tormenta: el modernismo en Ucrania 1900 – 1930” se encuentra en las salas de exposición temporal del Museo Nacional Thyssen – Bornemisza de la pujante ciudad de Madrid, capital gachupina que, no está de más decirlo, ha tenido unas últimas semanas algo convulsas con los integristas de la vieja y rancia derecha. Pero eso es harina de otro costal.
Mejor concentrémonos en los Premios Apollo, otorgados por, ídem, Apollo Magazine y por consiguiente, veamos lo que este medio dice sobre este logro:
“Las exposiciones en préstamo internacional suelen tardar años en realizarse y los calendarios de los museos son inamovibles. Sin embargo, en apenas unos meses de actividad frenética tras la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, esta exposición itinerante y el libro de 248 páginas que la acompaña se presentaron en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid. La mayor parte de sus 70 objetos expuestos había abandonado Kiev apenas unas horas antes del bombardeo aéreo más intenso de la ciudad hasta la fecha.
Esta exposición nunca podría haber sido posible sin el lobby incansable, la voluntad de hierro y los impresionantes contactos de la activista Francesca Thyssen-Bornemisza, el historiador de arte y curador Konstantin Akinsha, quien durante mucho tiempo había preparado un texto para tal exposición y, de hecho, lo sugirió; o Yuliia Lytvynets y su equipo en el Museo Nacional de Arte de Ucrania, que había pasado los últimos ocho años investigando obras de arte previamente escondidas en las bóvedas del museo, debido a sus percibidos como «métodos formalistas contrarrevolucionarios». El museo de Madrid fue un primer lugar apropiado: el barón Thyssen-Bornemisza había sido un coleccionista pionero de arte de esta región y envió obras maestras de su colección de viejos maestros a una agradecida Kiev en 1983.
Lo que estaba en juego no sólo era la preservación del patrimonio cultural material de Ucrania sino también la identidad nacional que representa. El país ya había sufrido pérdidas significativas en literatura y arte durante las purgas soviéticas del llamado nacionalismo burgués que habían comenzado en 1931 después de un período de relativa libertad y audaz experimentación artística, sobre todo en teatro y cine. Posteriormente se «perdió» más cuando artistas cosmopolitas pero nacidos o formados en Ucrania, como Davyd Burliuk, Alexandra Exter y Kazymyr Malevych, quedaron incluidos en la narrativa de la vanguardia rusa.
Esta muestra no ofreció tanto revisionismo como una medida de claridad en un panorama complejo. Lo que Akinsha llamó una «polifonía de identidades» también se complementó con una «polifonía de estilos». Algunos modernistas desarrollaron versiones de tendencias internacionales como el cubismo, el futurismo, el constructivismo y la Neue Sachlichkeit. Otros inventaron los suyos. La búsqueda de un estilo nacional reconocible también llevó a los artistas a recurrir al arte y la ornamentación populares (y a los mosaicos y frescos bizantinos) en busca de inspiración.
Para la mayoría de los visitantes, esta fue una muestra de descubrimientos. Quizás ninguno fue más memorable que Oleksandr Bohomazov, un artista que fusionó el cubismo y el futurismo, ya aclamado como el genio desconocido de la vanguardia ucraniana.
Susan Moore es editora asociada de Apollo.
Cabe aclarar que esta muestra tuvo su exposición en los meses de noviembre del 2022 a mayo del 2023, apenas el tiempo suficiente para que fuera admirada por los amantes del arte y con ello, ser galardonada como la exposición del año, aun con todos los avatares ya mencionados en los párrafos de arriba.
¡Enhorabuena al museo, a los curadores y a todos aquellos involucrados en esta gran exhibición!
Pueden ver la nota en el siguiente link: https://bitly.ws/33brq
