Ese ser exótico y peludo es hermoso de ver, tocar y en atrevidas ocasiones hay que consumirlo visualmente para probar las bondades dadas por los antiguos dioses, esos que están ocultos como bien lo describen los trovadores mexas conocidos como Caifanes. Los manjares también tienen vida y pueden ser objetos, gramaticalmente hablando, de doble connotación de caló y volverse un vulgar sustantivo de una parte corporal deseable.
Por eso nos dirigimos a una nota hallada en uno de esos medios ubicados en el selvático sureste mexicano, cuna de origen de la madre de todas las civilizaciones mesoamericanas. Este periódico, ahora digital, ha hecho las delicias de chismorreo e información de una región que, si no tuviera petróleo, fuera un páramo más gacho que el que describió con gran maestría el genio de Juan Rulfo.
Ahora vayamos a esas húmedas tierras donde la fauna todavía resiste y se deja ver de vez en vez para regocijo de algunos que todavía aman ese bello y puro salvajismo primario sin necesidad de comérselo por creer que la carne tiene algún superpoder que los pueda convertir en algún tipo de ente superior sexual.
Nanchital es el sitio donde se cometió un delito inocente hecho por uno de nuestros primos evolutivos: un mono araña. Este primate, quien, al parecer, está domesticado porque no presentó – por suerte para él – signos de agresión y decidió tomar un pequeño paseo por una de las colonias de ese municipio.
En esa ronda de vagabundez, este chiquelo amigo trepo por un poste de concreto de la empresa de Bartlett y familia, la CFE, y esa acción fue observada por unos vecinos, quienes tuvieron el buen tino de reportarlo a Protección Civil para que ayudarán a este animalito a bajar y no sufriera algún tipo de daño por descarga eléctrica.
Pero ¿qué creen? Desafortunadamente, en la mayoría de las ciudades mexicanas no hay un departamento de vida salvaje que esté capacitado para lidiar con este tipo de situaciones especiales y no se tenga que depender del mencionado departamento público anterior. Este personal no pudo llevar a cabo la captura de este simpático monito, joven por lo que cree, ya que era tímido y nervioso, por lo que no realizó su captura, escapando por los techos de las casas aledañas al deteriorado poste.
Ni pedo, es parte de la invasión humana a territorios otrora fértiles, que todavía no da su brazo a torcer, aunque sigamos siendo el brazo destructivo de este planeta…
Con info del Diario del Istmo, con edición pseudo gramática de El Invidente Zurdo…