Una más, 2020 se sigue caracterizando por estar plagado de malas noticias. ¿Coincidencia, destino o sino? No lo sé, solo que será un ciclo solar recordado…
Edward Lodewijk Van Halen se fue a otros rumbos, a seguir componiendo tremendos riffs, esos que inspiraron a miles de músicos contemporáneos, a pesar de que muchos de ellos eran complicados. Eddie para todos, sabía hacer hablar a la guitarra, creaba diálogos con los vocalistas en turno de su combo. Si no me creen, solo busquen sus discos y caguense de envidia, mejor dicho, pobres mortales que somos.
Una larga batalla contra el cáncer de garganta por su gran afición a los cigarrillos, carajo, todos tenemos una maldita tentación y la de él fue más fuerte, a pesar de sus cuidados. Eso ha hecho que los titulares de los medios virtuales estallen en dar conocer la noticia.
Adjetivos como genial, maestro, revolucionario y más, llenan los espacios del internet. Su biografía ya se ha colgado por montones y en ella vemos su peregrinaje a las Américas, sus primeros pasos en el rock, de como fueron descubiertos por Gene Simmons y su financiamiento; hasta llegar a ser considerado el segundo mejor guitarrista de mundo de la historia, por encima de monstruos como Page, Clapton, Satriani, Vai o el que me digan, menos el dios Hendrix.
Eddie nos dio muestras de su coraje, su empeño y testarudez para seguir llevando su creación hasta lo más alto, dándole extra innings cuando parecía que ya no daba para más. Pero era más encarnizada su lucha personal: las drogas, alcohol y el cigarro fueron la gran bestia, pero, en sus propias palabras, también la base para sacar adelante su inspiración y darles forma a todas sus notas cerebrales, para así pasarlo a sus inseparables cuerdas.
Pero como todo, ha llegado a la otra orilla, a su manera, con sus monstruos, sus ángeles, luces, oscuridades, males, bienes, defectos y virtudes; como todo buen ser humano. Fueron 65 años, seis décadas y media bien vividas. Conoció e hizo de todo. Más que cualquier persona, al menos en un 95 por ciento de la población mundial.
Descansa en paz Edward y donde sea que estés, brinca muy alto…