El Museo Amparo lo vuelve hacer, trayendo una nueva exposición que ensalza las raíces de este pueblo que parece haberse olvidado de las mismas, distrayéndose con visiones distorsionadas de aparatos y aplicaciones virtuales. Pero los vestigios están allí, silenciosos, observando con conmiseración las ínfulas de esta cansada civilización mestiza, que no puede negar y, en una de esas, admirar la belleza de estas obras hechas en piedra. Tal como las “Estelas del Usumacinta” …

Esta es una investigación de Sandra Rozental, Emilio Chapela y Eduardo Abaroa en torno al río Usumacinta. El río Usumacinta, que abarca desde las montañas de Guatemala hasta el Golfo de México, es considerado como el último río vivo del país por su flujo ininterrumpido y la gran diversidad de flora y fauna que aún alberga. Su nombre actual es un vestigio de procesos coloniales solapados: en el siglo XVI, los colonizadores españoles registraron el nombre derivado del náhuatl “Usumacinta”, que tradujeron como “el río del mono sagrado”.

Los rastros de la historia prehispánica del Usumacinta se encuentran en muchos sitios de la cuenca donde los antiguos mayas construyeron ciudades y tallaron monumentos en piedra. Éstos se conocen como “estelas” y han sido objeto de admiración, estudio y también saqueo. Las estelas mayas operaban como registros cronológicos, pero a diferencia de las estatuas en sociedades occidentales, no eran solamente representaciones de gobernantes para conmemorar sus logros. Eran, más bien, encarnaciones en piedra de éstos que los mantenían vivos como actores políticos más allá de sus vidas en la tierra. Existe tal relación entre las estelas y los lugares donde se erigieron que, para nombrarlas, se usaba el glifo de piedra junto con un glifo de planta o de árbol, como si, al igual que los árboles, brotaran de la selva.

Para esta exposición, se hace uso de dos significados de la palabra estela. Por un lado, las estelas talladas en piedra y por otro, las marcas de espuma que permanecen en la superficie del agua tiempo después de que la atraviesa una embarcación. Estas marcas, aunque efímeras, dan forma al cauce del río. Ambos tipos de estelas son huellas y agitaciones que vuelven presente lo ausente.

Hoy en día, la cuenca del Usumacinta se enfrenta a las consecuencias de una larga historia de depredación y extractivismo. Durante más de un siglo, se derribaron sus árboles para producir maderas tropicales y chicle. Sus piedras fueron serruchadas y trasladadas a museos y colecciones privadas en diferentes partes del mundo; en décadas más recientes, la ganadería, los monocultivos, y la curiosidad compulsiva de la ciencia y del turismo arrasan sus tierras y acechan su futuro.

Por medio de videos, fotografías, esculturas, materiales de archivo, así como piezas mayas de la Colección de Arte Prehispánico del Museo Amparo contextualizadas dentro de la historia y la ecología de su región de origen; esta exposición se cuestiona sobre las posibilidades de reconciliación del río con aquello de lo que se le ha separado o despojado.
Entre las obras que forman parte de esta exhibición se encuentra una instalación de henequén en el Vestíbulo del Museo, la cual muestra un conjunto de petrograbados prehispánicos que permanecen sumergidos bajo el río Usumacinta la mayor parte del año. Así mismo, una estela conocida en la región como La Reina, misma que fue extraída de Yaxchilán y abandonada en las orillas del río. Fue Gertrude Duby, una intrépida estudiosa de la cultura local y de sus piedras, quien la rescató y regresó a su lugar de origen.

Por otro lado, para la exhibición se comisionaron piezas a varios talleres de alfarería y de escultura de distintas partes de la cuenca que reprodujeron la diversidad de fauna que habita en sus diferentes ecosistemas.
Mediante videos, esculturas e instalaciones, se ha investigado sobre la historia y la ecología del río Usumacinta, denunciando legados coloniales que aún persisten y los retos ambientales y sociales que la región enfrenta hacia el futuro. A través de esta exposición se indaga sobre los problemas que suscita el uso de nuevas tecnologías en la investigación del medio ambiente y del pasado remoto en las regiones selváticas; por otro lado, esta muestra nos permite visitar algunos de los museos regionales y comunitarios que mantienen vivas las prácticas y los saberes de los habitantes de la cuenca del Usumacinta.
Este proyecto es el resultado del diálogo, la colaboración y el entrecruce de tres miradas disciplinarias y creativas que juntas abordan la historia y el presente de un río amenazado. El proyecto ha sido realizado por el equipo Estelas del Usumacinta integrado por Sandra Rozental, Emilio Chapela, así como por Eduardo Abaroa, con el apoyo del PAC (Patronato de Arte Contemporáneo).
Estelas del Usumacinta podrá visitarse en las Salas de Exposiciones Temporales del Museo Amparo del sábado 21 de junio de 2025 al 4 de enero de 2026.
Los conminamos a que vayan y den un salto de fe a su pasado…