O como morir con las botas y el bajo puestos…
Su última gira, la de Motörhead, fue en el año 2015, exactamente un 11 de diciembre del 2015, para que nas cuantas semanas después moriría. Un chingón ejemplo de no claudicar tan fácil, dando de sí todo lo que le quedaba para sus fanáticos, pero más para él mismo, no se iba a ir sin dar batalla a las recomendaciones conservadoras de mantenerse en un hospital o tumbado en su cama.
De acuerdo a declaraciones de quien fuera su bataca por largo tiempo, Mikkey Dee, Lemmy fue quien no quería parar a pesar de los dolores en su espalda, cosa que se redoblaba por el peso de su instrumento favorito, el bajo. Con todo ello, el no quería deter la gira, quería mantenerse arriba de los escenarios, cosa que, creemos, lo revitalizaba. Toda esa adrenalina le significaba felicidad y estimulaba su espíritu guerrero.
El 28 de diciembre de ese año significo el último día en la Tierra para Lemmy, justo unos días después de que acabasen ese periplo europeo. Dio todo arriba de las tablas, como loco dijo Mikkey, quien, junto a Phil Campbell, vieron como su flama, tal como los cigarrillos que gustaba liarse, fue apagándose sin dar concesiones de ningún tipo, ya sea por orgullo, huevos o pena. Dolores de todo tipo, espalda que le quemaba, pero nunca su brazo se torció, mucho menos sus ideales…