in

«La bruja galesa», la ecóloga forense, botánica y palinóloga Patricia Wiltshire.

«A veces la policía me llama ‘la bruja galesa’ por la forma en que proceso una gran cantidad de datos y se me ocurren ideas. «Pero no es magia, es análisis«. Y un poco de alquimia, pues la científica ha desarrollado su disciplina valiéndose de su variada experiencia en distintos campos. Aunque nunca imaginó que su sinuoso camino profesional la llevara a su especialización.

Nació y creció en un pueblo minero en el sur de Gales, se fue de casa cuando tenía 17 años a Londres. Trabajó durante muchos años, primero como técnica médica y luego como secretaria de empresa, una profesión que su primer marido consideraba más propia de una dama. Como siempre le había gustado la naturaleza, se inscribió en unas clases nocturnas de botánica, y su profesor la animó a solicitar el ingreso en la universidad como estudiante adulta.

Nunca lo había considerado pero acudió a una entrevista con el decano en King’s College London y, «tras una larga charla, en la que quien más habló fue él, me dijo: ‘Te espero en octubre'». «Aprendí todo lo que pude de cosas increíbles. Fui a otros departamentos e hice biogeografía avanzada, geología y parasitología de todo tipo». Tras graduarse, se quedó como profesora en su alma mater durante 15 años, hasta que aceptó un nuevo trabajo en el Instituto de Arqueología del University College de Londres.

«Curiosamente, me lo dieron gracias a mi amor por todo lo microscópico. Uno no se da cuenta de lo que realmente le fascina hasta que prueba todo, y a mí me encantaban las cosas diminutas«.

Y así comenzó su carrera como palinóloga. La palinología es la disciplina científica que se ocupa del estudio del polen de las plantas, las esporas y ciertos organismos planctónicos microscópicos, tanto en forma viva como fósil.

«Me dediqué a la reconstrucción ambiental, en lugares como Pompeya y el Muro de Adriano». Podía develar cómo había sido el paisaje en la antigüedad pues el polen y las esporas «pueden sobrevivir millones de años». Sin embargo, estudiar el polen para averiguar si en el pasado los campos solían ser agrícolas o agrestes y qué crecía en ellos está muy lejos de resolver crímenes.

¿Qué motivó el cambio de dirección? «Una llamada telefónica».

En 1994, cuando Wiltshire ya tenía más de 50 años, recibió esa llamada telefónica que cambió el curso de su carrera. Era un oficial de policía de Hertfordshire que preguntaba si podía ayudar con un asesinato. Un cuerpo carbonizado había sido dejado en una zanja y había marcas de neumáticos en el campo adyacente. La policía necesitaba saber si el carro de los sospechosos había estado ahí.

«Nunca había hecho algo así antes, pero analicé todo en el auto y descubrí que el polen de los pedales y del espacio para los pies coincidía con el del borde de un campo agrícola. «Cuando la policía me llevó a la escena del crimen, pedí que no me dijeran dónde habían encontrado el cuerpo, pues quería poner a prueba mi estudio. «Era un lugar muy grande, pero tras recorrerlo, pude identificar el lugar exacto por el tipo de flores que había en esa sección del seto.

«Fue un momento eureka para mí porque no pensé que sería tan específico«. A pesar de su escepticismo inicial respecto de la ecología forense, comenzó a trabajar en cada vez más casos, y a escalar «una montaña de aprendizaje muy empinada».

«Si no hubiera tenido toda la experiencia que tenía en los laboratorios de los hospitales haciendo palinología, bacteriología, todas esas cosas raras y maravillosas, todo ese trabajo de campo ecológico, no podría hacer lo que hago ahora». De su lado tenía el polen que, a diferencia de otras formas de evidencia, no se lava fácilmente pues se incrusta en todo lo que lo roza.

«Está a nuestro alrededor e inevitablemente lo recoges». «Todo contacto deja un rastro», apunta la palinóloga citando a Edmond Locard, el pionero en ciencia forense conocido como el «Sherlock Holmes de Francia».

Y ella usa esos rastros para establecer quién ha estado dónde. «Efectivamente, y más que eso: al mapear la ropa, puedo decir qué parte del cuerpo hizo qué. «En un caso particular de intento de asesinato, por ejemplo, un hombre trató de estrangular a una chica debajo del poste de luz y dijo que no había estado allí.

«Debido a que tomé muestras de la escena del crimen detalladas, pude reconstruir lo que hizo en ese momento. «Tras examinar su ropa, demostré que no sólo que había estado ahí, sino que se había tropezado con la valla con su hombro izquierdo, que arrastró a la chica a través de un seto, que se había arrodillado, y así sucesivamente».

Desde su primer caso en Hertfordshire, Wiltshire ha podido utilizar la amplia gama de temas que estudió para desarrollar la ecología forense, lo que ha ayudado a resolver muchos casos a lo largo de los años.

Algunos de alto perfil, como los asesinatos de Sarah Payne -de 8 años, ocurrido en 2000-, y Milly Dowler -de 13 años, en 2002, así como los de cinco mujeres, perpetrados por un asesino en serie en Ipswich en 2006.

Toda una genilidad es esta mujer en todos los apectoss de su ser…

Con info de la bbc.com

Creado por Invidente Zurdo