Hoy les traemos una historia curiosa pero fundamental para el avance de la tecnología. Y en ella, como en algunos cuentos de hadas, incluye a alguien de la realeza o nobleza – que la mayoría de esos latifundistas no tenían nada de nobleza en su comportamiento -. Lean y sepan que Gates, Zuckerberg y Musk le deben algo a esto…
En 1975, el Departamento de la Defensa de los Estados Unidos anunció sus planes para elaborar un sólo lenguaje de computadora destinado los pocos más o menos 1500 lenguajes, muchos de ellos incompatibles, que se usaba en aquellos tiempos.
Un lenguaje hecho a la medida aligeraría todas las operaciones, simplificaría los programas de trabajo y ahorraría millones de dólares anualmente. En 1979 se terminaron los diseños del nuevo lenguaje, y la Defensa buscaba nombres para bautizar su creación más reciente. Se decidió por ADA y la elección parecía lógica.
En la historia de la computación era bien conocido el nombre de Augusta Ada King, condesa de Lovelace, por quien se nombro el nuevo lenguaje. Nacida en 1815, fue la única hija legítima del poeta inglés Lord Byron.
Ada Lovelace, de hecho, no conoció a su padre, pero sí fue amiga del profesor Charles Babbage y, significativamente para los que trabajaban en la Defensa, era admiradora de su máquina analítica, antecesora de la computadora actual.
La compleja máquina de Babbage, con más de 1000 ruedas y engranes, fue diseñada para sumar, dividir, multiplicar y restar con exactitud hasta 20 lugares decimales. Igual que las computadoras primitivas, recibía los datos iniciales en tarjetas perforadas. El sistema contenía dispositivos mecánicos que, se suponía, le permitían efectuar los mismos cálculos matemáticos complejos que realizan las computadoras digitales de hoy.
De acuerdo con la creencia popular, Ada Lovelace escribió el primer programa para este invento, sumamente adelantado para su tiempo. El historiador mismo del proyecto ADA informo que su tocaya sugirió la idea de programar la máquina de Babbage con tarjetas perforadas, que había reconocido el poder potencial de la máquina y explicado su funcionamiento en un extenso trabajo publicado en 1843.
Sin embargo, por entusiasta que fuera, Ada Lovelace al parecer no entendía mucho de matemáticas y bastante menos de las hazañas que la innovadora máquina de Babbage podía realizar.
Ada afrimó, por ejemplo, que la máquina podía hacer cálculos algebraicos e incluso componer música, aunque no lo hacía. El comentario de Ada estaba adjunto a la traducción que había hecho de un texto en francés, escrito por un ingeniero militar italiano, que alababa las virtudes de la máquina. De vez en cuando, la traducción carece de sentido, los errores del impresor, por ejemplo, fueron convertidos en términos matemáticos, carentes de significado. Y el programa que se le atribuye a la condesa de Lovelace fue supervisado, si no es que en realidad trazado por el propio Babbage, pero eso son rumores y no estamos para desprestigiar a nadie.
Aunque Lovelace tenía dificultades para resolver problemas matemáticos, su fe en Babbage y su invento no se pone en duda. Quizá sus extravagantes pretensiones se hayan debido en parte, al hecho de que la máquina misma, nunca se termino.
Babbage estuvo mucho tiempo, luchando para conseguir más fondos para su proyecto y así terminarlo.
Así terminamos con nuestro cuenta de buenas noches por hoy…