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Corazón supersónico, catálogo de historias pseudo pachecas pero reales

No hay nada mejor que enterarse de anécdotas que con el paso del tiempo parecen leyendas urbanas y a la primera está de no creerse, es más, cuando la cuentan decimos que las amadas van el pilín…

Anyway, wherever o como chingaos se les acomode – o las acomoden – les dejamos el siguiente texto que ya tiene algunos ayeres, la noticia, más no la nota que la volvió sacar a relucir un medio informativo que mencionaremos y daremos su debido crédito Coppel en la parte final del texto…

Usar transporte aéreo para llevar órganos para trasplante no es algo fuera de lo común. Lo que sí lo es usar un cazabombardero supersónico para esa tarea. Eso es lo que pasó en 1989, cuando la Fuerza Aérea de Estados Unidos transportó un corazón a bordo de un F-111A. ¿La razón?, no había otra opción.

El General Dynamics F-111 Aardvark fue uno de los aviones caza más importantes de su época. Retirado en 1998, fue utilizado desde su entrada en servicio en 1967 como bombardero estratégico y para tareas de reconocimiento gracias a su velocidad supersónica de 2655 km/h (o Match 2.5). Las bondades del F-111 eran volar bajo y a muy alta velocidad para bombardear posiciones detrás de las líneas enemigas. Fue utilizado fugazmente en Vietnam (con un resultado desastroso), pero también en otras guerras modernas con mejores versiones que el original. No obstante, en el día de San Valentín de 1989 su tarea fue más complicada y, sobre todo, más loable.

Uno de los F-111A de la Fuerza Aérea, apodado Dark Vark por su fuselaje negro, cumplió una de sus misiones más importantes: trasportar un corazón de Oklahoma a Hartford, Connecticut, para salvar la vida de hombre de 46 años. La razón de usar un cazabombardero supersónico, cuyo coste operativo por hora es desorbitado, era porque no había otra opción. No había ningún otro avión, ni público ni privado, capaz de transportar el corazón en cuatro horas sin que sufriese daños. Cualquier avión privado hubiera hecho el trayecto en 3.5 horas, qué sumando al tiempo que ya tenía el corazón fuera del cuerpo del donante, era imposible.

Dada la situación, los médicos del hospital pidieron ayuda a la Fuerza Aérea, que envió dos FB-111A y un avión cisterna de reabastecimiento de combustible a la Base de la Fuerza Aérea Tinker, Oklahoma. Todo fue como la sedea porque ambos cazas tenían programados un vuelo de entrenamiento a Virginia, por lo que el viaje a Oklahoma no suponía desviarse mucho de su ruta.

De esta forma, a las tres de la tarde despegaba un FB-111A con el corazón a bordo de Oklahoma y aterrizó exitosamente en el Aeropuerto Internacional Bradley en Windsor Locks, Connecticut, aproximadamente a media hora del Hospital Hartford, dos horas después. El caza voló una velocidad media de unos, 1126 km por hora (no muy lejos de la velocidad del sonido al nivel del mar). El caza tuvo que ser reabastecido en pleno vuelo por un avión cisterna.

¿El resultado de esta misión? Todo un éxito. El corazón llegó sano y salvo, y su receptor, Richard Reinhardt, fue operado con éxito de una cirugía de trasplante.

Lo que es tener recursos y juguetes de guerra que no se usan y, al menos por esta vez, se utilizaron para hacer un poco de bien – lo decimos por la vida que salvaron. Ahora imaginen si no le volvió a dar un torzón al paciente cuando le llevaron la factura donde le incluyeron hasta la turbosina por colocarle un nuevo cucharón sanguíneo…

Nota encontrada por los becarios en la web del hipertextual.com…

Escrito por Invidente Zurdo

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