Han pasado algún par de años, eso es lo que mis etéreos recuerdos me dicen, aunque siendo realista no creo que sean muchos, solo que mi hígado, pulmones y neuronas no lo creen así.
Tal vez sea por el exceso de Four Loko, de perico, LSD, mota, tachas, y otras mierdas más, pero no quiero sonar tan anciano ni tan puto jodido, pero sé que lo estoy; fue, tal vez 5 o 6 años cuando me valía Bertha todo. No importaba a quien pasara o saltara, o tal vez arrollara, yo hacía lo que quería. Pero lo que más me gustaba que era viajar de mochilero, conocer extranjeros, descubrir mi país.
![](https://ocioltura.com/wp-content/uploads/2020/09/Luna-roja-grande-1024x872.jpg)
Así de extraño fue ese vale madrismo que tenía en aquellos años. No sé si me daba fuerzas las 2 onzas de coca que nos metíamos mis amigos y yo en un fin de semana. Quizás era la rola de Pink Floyd, esa, que viene en el álbum de Dark side of the Moon a todo volumen, desgarrando las bocinas en un Ibiza verde, auto color “mírame a huevo”, un llamativo color verde, pero que en el bajo mundo era mejor conocido como “Pilón – Móvil”.
![](https://ocioltura.com/wp-content/uploads/2020/09/Calaca-1024x541.jpg)
A las 3 am, la hora del diablo, ya estábamos bien trabados, dando el rock & roll por la ciudad en búsqueda de más polvorón, para bajar la macro peda que traíamos o el gusto por la pinche adrenalina del famoso “punto”; donde estabas vigilado por halcones y uno que otro chingo de yonkis. Pero energía y adrenalina habían, te lo juro que habían… yo me creía indestructible hasta que venía el bajón…
Cuento escrito y donado por Michel Espinosa, mejor conocido como el Pingu, quién es un amante y defensor del uso lúdico de la adrenalina…