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La sesión de un futuro influencer

In memoriam R…

Prólogo

Estoy sentado frente a una lap top prestada.

Quiero recordar el porque me hallo así. Solo tecleo palabras para desahogarme, para perderme de la nueva época. La electrónica nos terminó invadiendo. Copta todos los sitios posibles, incluyendo los de la mente y alma; vida y muerte; felicidad y tristeza; libertad y prisión; democracia y dictadura.

Todo equilibrio se ha vuelto producto de catálogo. Tendencia – trending es la droga de moda. Nos volvimos seres virtuales en un plano rectangular, sin más posibilidades que convivir con periodos más cortos, ya que todo depende de las baterías. De las portátiles, móviles, Smart watch, relojes convencionales, del coche y otras cosas que no me vienen a la mente. Permítanme, voy a googlearlo…

Lo mismo pasa con el vocabulario, se aumenta con las funciones y aplicaciones que los aparatos poseen, así es como ellos nos poseen. Lo que en su momento era novedad, ahora se volvió cotidiano, costumbre y tristemente, necesario…

10 de la noche del lunes 22 de ma…

  • Un amigo me preguntó si soy feliz, me lo cuestiono no hace mucho –

En ese instante voltea a verme, mientras yo intentaba tomar un buen ángulo de su rostro. No se manejar muy bien estas modernas y, ¡carajos!, cada vez más pequeñas cámaras digitales.

  • ¿Me escuchas? ¿Puedes oírme? –

Hace sus preguntas un tanto enfadado, ha de creer que no lo estoy pelando. Si supiera que la tecnología me pone muy nervioso, se emputaría más. ¿Y qué hace? Nada, solo prepara una suculenta piedra, crack como chingados se le conozca o quieras decirle. Ya la puso en la lata del refresco que se acaba de chingar. Saca la primera tanda de la cuchara que yo utilicé para tragar. Con ella cocina su debilidad y empuerca mi cubierto de mi lonchera favorita.

Según él, es mejor cocinarla que comprarla hecha ya que te pueden dar gato por liebre.

  • ¡Mmmm! Ve nomás que pinche pedazote salió, je, je. Ya se me hace agua el pulmón. – Ríe nervioso como yo lo hacía.
  • ¡Peráme un poco! ¡uff!. – Aspira ansioso de la improvisada pipa como él le llama.
  • ¡Cabrón, es la pura vitamina! ¡Riquiiiisssiiimmmaaa! –

Su tono de voz es bajo, supongo que eso lo provoca que inhales humo con fuerza de un destartalado artefacto de aluminio, cuando su propósito es para otra función, en este caso, almacenar un refresco igual de culero que la cocaína en roca. Puta ironía o en su defecto, justicia droguera. En fin, los que saben de estos menesteres yonkis, el chiste es mantener el mayor tiempo posible el humo que provoca el quemar la pequeña piedra sobre la ceniza que está encima del envase. El resultado, tener cortos pero intensos momentos de placer.

  • ¡Son los mejores 18 minutos del día! ¡Y la puta noche apenas inicia! ¡Ja, ja, ja, ja!

Ya un poco repuesto de ese primer “golpe”, dirige toda su atención, crispada, por cierto, a mi obesa persona.

El pequeño cuarto donde nos hallamos ya tiene un aspecto de neblina, todo por los montones de cigarros que encendió mi compa para obtener la suficiente ceniza que lleva el bote. Igual se comprende porque no hay la ventilación adecuada para lo reducido del espacio. También influye el bicarbonato, otro de los ingredientes básicos para la “receta”.

  • ¿Qué mierda te contaba? – Pregunta con énfasis, ha de ser por el amoniaco que tiene el crack.
  • ¡Ah ya! Como te decía, me preguntaron si era feliz y déjame te digo que lo he pensado en todas estas noches de insomnio y hueva, y pues… no lo soy –

Agacha su mirada hacia la mesa, viendo la cuchara que se encuentra encima de ésta. Por lo qué calculo, así como todas las bolsitas que vació en un plato, sacará 5 o 6 pedazos más. Será una noche muy larga.

  • No soy feliz, ni siquiera con esta mierda, sé que te parecerá contradictorio lo que te diré, pero hubo un tiempo que esto (señala su lata), me llenaba, hacía sentirme humano. – Por favor lean esa última línea con la rola Human de The Killers.

Hace una pausa, se levanta, da vueltas, regresa a la mesa. De nuevo comienza con la operación de obtención de dulces. Saca otra, más grande que la anterior, su temblor delata su ansiadad para chutársela.

  • ¿No vas a ponerle más ceniza? – Me intriga que la coloca, así como así.
  • Tranquilo mi buen, se lo que hago; no en balde son casi 20 años en el vicio. –

Hábilmente pica con una aguja la ceniza apelmazada que hay en ese retorcido envase. Me sorprende como encuentra los agujeros y los destapa sin ningún problema, como si fuera un simple salero.

  • ¿Sabes cabrón? Como que hay frases o palabras que no pegan, más cuando te metes esto por el hocico – señala su caguama e improvisad pipa. Voltea a verme, se encuentra sudoroso. La frente está aperlada, por decirlo elegantemente. Puede ser por el éxtasis químico artificial que está sintiendo o por los pinches calores que ya hay en esta parte del año. O las dos cosas mezcladas.
  • No me malinterpretes, pero sí tenía una felicidad completa: trabajo chido, paga buena, departamento grande y equipado; pero, sobre todo, tenía mi hermosa y ansiada soledad. – Al parecer se está inspirando, aspirando la caspa del diablo.
  • Esa soledad que nunca me traicionó como una vieja cualquiera, ¡ja, ja, ja, ja, ja! Ya la tuve y eso me paso, la muy cabrona me puso el cuerno sin pensarlo dos veces –

Se destornilla de la risa, así como su comportamiento. Impredecible en su actuar. Camina de un lado para otro, revisa los pocos libros que tiene, en su delirio, cree que acomoda trastes, trastos y papeles. Pero no es así. Revuelve todo. Será difícil pararlo. A lo mejor con otra piedra se calma o tendré que darle un par de vergazos.

  • Relax mi buen, continúa con lo estabas diciendo, encamina tú historia a puerto seguro – Le sugiero pausadamente y con esfuerzo. Gesticulo con mis manos para apoyar el punto y lo conmino a que siga con su choro.
  • Mira wey, ya probé de todo, en todos los sentidos. He cogido, robado, drogado, traficado, vendido, comprado y un largo etcétera – Enumera sus proezas con los dedos de sus manos.
  • Mmm, ¿qué más? ¡Ah sí! A mi familia le he transado sin remordimientos, así como a los amigos y cuates. Caí en los peores vicios y adicciones, entre ello, me he enamorado. – La revelación lo alivia.

Nuevamente me busca con su mirada, no sé por qué, por lo regular evade mis ojos. Ahora que hemos chocado con la vista, lo hace retadoramente, aún así, parece haber dejos de sinceridad en sus pupilas. El último tema parece incomodarlo y provoca dolor en su interior.

  • Sí, me clavé con una chava. Ella era, o es, guapa, inteligente a su manera, además de que ya está corrida en la vida ¿sabes? Y eso, ja, ja, ja, la volvía muy puta, ja, ja, ja. – Los ojos le brillan, como que hay lágrimas.
  • Pero como dicen, cuando te enculas, no ves, no crees a nadie, ni a nada y, repito, ese era su más grande defecto, y qué puto defecto. – Azota la silla donde se encontraba sentado. Golpe fuerte, pero solo una vez más. No es pendejo, sabe que un golpe mal calculado le tira toda su merca de la mesa.
  • Calma carnal, no vayas a tirar la cois. – Trato de calmarlo y que se concentre en su parloteo.
  • – ¡Ja! Antes me cago en los pantalones que tirar mi elixir, pero ya, le bajo de huevos para que no te saques de onda. – Coloca la silla y se aplasta en ella con decisión.
  • Sí mi niño, me enamoré gacho, perdí hasta el culo… el alma también. Se me iban las cabras al monte, todo por ella. Estuvo cabrón, nunca me había pasado esto. Por eso te digo, es la peor clavadez que pueda existir. Te vale madre todo, ¡TOOODDOOO! Familia, casa y chamba. –

De nuevo una pausa para darse otro jalón. ¡Qué envidia!

  • ¿Pero, sabes una cosa? – La pregunta la hace con intensidad y me agarra desprevenido, todo por la chingadera, al no saber manejar bien la camarita. Casi la tiro, menuda deuda tendría, me repongo y sigo escuchando.
  • No me arrepiento, amar es una prueba para saber que estás vivo. Por mi parte, lo confirme de manera drástica, que he sido y soy una gran cagada. – Nervioso mueve los ojos de un lado a otro. Sigue con su monologo.
  • Me gusta doña chole, y lo reconozco. Me gusta ser infeliz. Hay que aceptarse como eres. Me encanta la mierda, el trago y las pirujas. Sonó como pleonasmo, ja, ja. Camino donde quiero y con quien se me da la gana. Cero responsabilidades, ni chamacos que criar, así como dar, hipócritamente, un ejemplo para la sociedad. En pocas palabras, lo que ves, es lo que soy, es lo que hay. – Aplausos.

Quiere otro join y se da su gusto.

¡Aagghhh! ¡Está buenísima, uufff!! – Tengo que esperar para que se le baje su pasión. Los ojos se le van a hundir en sus cuencas, de por si ya se nota cadavérico. Así aparenta a la madre misma que nos recoge a todos, la que nos lleva a dormir. La que nos abraza fríamente, pero con mucho amor.

Noto que las manos empiezan a temblar, un tic nervioso en la pierna derecha, boca reseca y sudor en aumento. Lo peor de todo, es que no es él, el que tiene esos síntomas. Soy yo, el del ansia galopante.

  • Deja que te tome unas pictures – Maniobro el aparatito y de verdad que sale muy bien el cabrón, aún con esa flaqueza, es fotogénico.
  • ¡Ah que chido! – Se estira y se desplaza corporalmente, esto sucede después de 5 minutos de prendidez.
  • Por cierto, ¿para qué revista dices que es está entrevista? You know, las fotos y el reportaje. – Se halla distraído con su pipa y las preguntas, que no se da cuenta que mi mano derecha la pongo detrás de mi espalda.
  • Otra cosa wey, no he visto que escribas algo o ¿lo estás grabando con el micrófono de la cámara? – Al hablar dirige su vista a mis ojos. Por lo que no nota lo que voy deslizando de atrás hacia delante de mi persona.
  • ¿Por qué no dices nada? Aparte que me ves con cara de pendejo. Además, caigo en cuenta que casi ni te conozco. – Su mente vuelve a tener un atisbo de claridad, despejando los humos de su cabeza. Trata de pensar, algo que no me conviene.

Mueve la mirada para arriba, yo camino de lado, él me sigue. Gira la cabeza lentamente, en movimientos pausado, sigue sin observar mis manos. Solo espera una respuesta a sus interrogantes. Me digno en responderle.

  • Nunca te dije que iba a escribir algo, creo que te engatuse más con las fotos; apele a tú vanidad y ego, pedazo de culero. Y sí, sí he hecho las fotos, puesto que son necesarias. –
  • ¡¡¿Para qué??!! – Se levanta de su asiento con actitud furiosa y encabronado.
  • Pues para que el patrón las vea y confirme lo que me encargo. Que la chamba sí se realizó. Te va a hacer famoso, vas a salir en Youtube, serás un influencer. En contra de tus creencias, te vas a volver un ejemplo. Para que quites las ganas a quienes se quieran pasar de verga y quieran agandallar al puerco. – Mi mano se levanta rápido con dirección hacia mi interlocutor.
  • Espera, esperaaaa… –

Dos tiros perfectos, uno al pecho y el otro a la cabeza. Cae despacio, despacito. Queda entre la silla y la mesa. Se ve cagado, parece de esos putos y feos muñecos, marionetas creo que se llaman.

Hago otra sesión de fotos, las necesarias para que el cerdo de mi jefe quedé satisfecho.

¡Puta madre! Como se me antoja una piedra. Mejor me salgo, no quiero paniquiarme. Afuera todo es paz. No pasa nada de nada. Las personas siguen su camino, indiferentes a todo, embutidas en sus pinches problemas. En pocas palabras, pasa lo de siempre.

Puebla poco ha cambiado.

FIN

MEPAL – JUNIO 9, 2013 – 18: 49 HRS.

Escrito por Invidente Zurdo

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