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Remembranzas de la maestra

Me acuerdo bien de ella, una profesional en toda la extensión de la palabra. Pendiente de sus alumnos, simplificando unos temas, extendiendo otros, con tal de que aprendiéramos con relajación.

Recuerdo que no se negaba a acompañarnos en ese viaje, el cual hacía entretenido, sin vacilar, ni evadir. La enseñanza era su vocación, pero lo era más la integración. Las ideas no pueden recorrerse por sí solas, debe de haber un vehículo para propagarlas y multiplicarlas. Las buenas ideas, las que subvierten el cerebro para impulsarlo a ser libre.

Ella era (es) así, discutiendo con bases lo que anteriormente habíamos leído y explicado. Tarea no fácil, non grata…

No sé como sea ahora, a veces me siento viejo y desapegado a las nuevas generaciones, tienen una mirada más amplia, ya sea por valor propio o la tecnología que los rodea; no sé sí los docentes se sientan así. Más aquellos, como mi maestra, que llevan décadas en la instrucción de sus pupilos, y ahora tienen que ponerse al día. ¿Qué decir de la pandemia? Muchos de esos obreros de la educación tuvieron que liar con artefactos que les eran, en su funcionamiento virtual, desconocidos. No fue culpa de ellos, sino de los demás, de nosotros por no actualizarlos por voluntad. No, en muchos casos la cagamos y volvimos esta necesidad en una grotesca y burda burla.

Pero ellas, ellos, nos dieron una gran cachetada con guate blanco, nos demostraron que vale más la paciencia, sabiduría y vejez para la adaptación. ¡Por dios santo! Sobrevivieron a los gobiernos priistas, a la represión, censura, adoctrinamiento, devaluaciones, matanzas y demás porquerías que siguen revoloteando sobre todos nosotros. ¿Un teléfono celular, Tablet o Lap? ¡Ja! Han liado con salones sobresaturados de escuincles como para decaer hasta el fondo.

Así mi maestra, siempre ecuánime a pesar de las adversidades. Nunca se distrae de su encomienda. Lo de casa en casa, el trabajo en el mismo. Férrea compostura, equilibrio a prueba de balas, y eso que a veces tratábamos de hacerle la vida imposible con tontas bromas.

La mirada, esa mirada nunca se me va a olvidar. Destello de ancestros en su alma, en su cuerpo, en la memoria… Parecía ver a través de los eones, trayendo la historia de la historia de las materias que imparte. Pero, para mi gusto, la sonrisa era, o es, su distintivo, mejor dicho, el premio que todos esperábamos, ya que significaba que entendía que por fin lo habíamos comprendido, no aprendido… eso va de cajón.

Puedo seguir con más detalles, con ciertas intimidades intelectuales compartidas, pero no es el caso aquí, en este soliloquio, este es para darle un pequeño homenaje a ELLA, a su gigantesco legado, regado por cientos – quizás – miles de individuos que pasaron por su tierno regazo de educación… Es darle un aliento a la luchadora, la madre, la veta, la base, la piedra…

La maestra que me inculco que el cerebro, no es para hacerlo un instructivo robótico ¡nunca! sino que es el preciado órgano para hacerlo volar y que nunca se debe dejar de alimentar con la “simpleza” de la curiosidad…

  • MENPAL
  • Martes, octubre 11, 2022
  • Pd. El texto, esta manifestación va dirigida y dedicada a la mamá de un extraordinario artista, un ser sensible a lo que permea en su alrededor y lo plasma en hojas y textos que son más que un libro, son manifiestos de rebeldía, de amor al pueblo, a sus carencias, a sus valores…
  • Va por ti maestro Luis Alberto Villegas Muñoz – Ville pa’ los cuates…
  • Pero, sobre todo, va para tú mami… Un humilde homenaje a su quehacer, a su alma, a su sudor… De corazón le deseamos lo mejor, que batalle y nos siga dando lata en este plano…
  • Un abrazo a la distancia…

Escrito por Invidente Zurdo

¿Quién dejo suelto a los humanos?

Acerca del Arte, episodio 2: Canijo Conejo