Pudiera parecer un invento reciente, pero no, este genial producto lleva varias décadas existiendo en el país de los güeros pecosos. Desde los años 50’s han tenido el buen tino, y gusto, de innovar con este tipo de insumos personales.
Esto se le debe al ingenio de un gabacho que quería emular al buen trácala de Edison: Don Poynter. Veamos esta bella historia de chingonería:
Cuando Don Poynter era estudiante universitario, ya había creado su empresa Poynter International y pasaba casi la mitad de su tiempo en Asia fabricando productos novedosos. Entre sus inventos se encuentran el primer asiento de inodoro parlante, el primer tablero de baloncesto para una papelera, la botella de agua caliente oficial de Jayne Mansfield y el tocadiscos en funcionamiento más pequeño del mundo, vendido con 39 discos diminutos. Pero como es lunes, vamos a centrarnos en otro de sus inventos: la pasta de dientes con sabor a whisky.
En 1954, Don obtuvo un préstamo bancario de $10,000 y comenzó a fabricar la mejor maldita razón para cepillarse los dientes dos veces al día. ¿Dos veces? ¡Nah! 5 veces como mínimo, tú dentadura, ánimo e hígado te lo agradecerán…
La pasta de dientes estaba disponible en los sabores Bourbon y Scotch y contenía 3% de alcohol. El producto generó tanta expectación que la revista LIFE publicó un artículo sobre él; y el invento de Poynter se convirtió en una novedad popular en todo el país en la década de 1950. La idea fue copiada más tarde por varias otras marcas y Poynter cesó la producción poco después.
En pocas palabras, se le acabo el emprendurismo al gabacho, pero debe sentirse orgullo – ajá -, porque la pasta sigue existiendo, pero hecha por otras compañías, unas más famosas que otras como la Jigger Bourbon Whiskey, una de las más famosas.
Todavía no he checado en Amazon, pero me imagino que en la versión gringa debe de haber algún vendedor de esta delicia…
Las fotos son del acervo histórico de Life…