El naturalista Thomas Boone Hallberg llegó a México en 1979, con el fin de visitar una pequeña población de Oaxaca, llamada Totontepec. En este lugar, las plantas crecían casi 6 metros en una tierra sin fertilizante y con muchas deficiencias de nutrientes. No obstante, crecía un maíz con raíces aéreas que producían un gel de tipo mucoso unos meses después de plantar. Hallberg se fue del poblado, con la idea de que el maíz fija su propio nitrógeno extrayéndolo del aire y de alguna manera haciéndolo utilizable para la planta.
Hallberg regresó con un grupo de científicos mexicanos en 1992, para estudiar el maíz Olotón. El microbiólogo Ronald Ferrera-Cerrato llevó muestras a su laboratorio (y en un informe de 1996) mostraron que el maíz tenía bacterias fijadoras de nitrógeno en las raíces aéreas.
Después de dos décadas de estudio del maíz de Totontepec, los medios aplaudieron los hallazgos «la planta milagrosa», y el instituto Smithsonian lo declaró: «El maíz del futuro.» Solo que no se dio la ubicación exacta de este «descubrimiento extraordinario». Se trataba de una comunidad Mixe en las montañas del este de Oaxaca. El problema es que ahora todos quieren saber cómo funciona este maíz e incluso piratear la fórmula.
Si los investigadores logran reproducir la característica de este maíz, los agricultores podrían reducir el uso de fertilizante sintético y de nitrógeno; una de las principales causas de contaminación del agua, zonas muertas en ríos y lagos, así como una fuente importante de gases de efecto invernadero.
Esto ha traído otras preguntas y cuestiones éticas: Si las industrias multinacionales comercializan los cultivos y las plantas con la fórmula del maíz de Totontepec para replicarse en todo el mundo, ¿la gente de la comunidad Mixe tendrá una participación importante a largo plazo en las ganancias? Por otra parte, ¿es viable «ocultar el valor de la planta que existe solo en una región del mundo? ¿Es justo que una sola población obtenga beneficios de su maíz, mientras las comunidades vecinas con maíz idéntico o similar no reciben nada?
Biopiratería del maíz olotón
La biopiratería es la explotación del conocimiento indígena y sus recursos biológicos sin permiso de la comunidad. Lo que hay detrás de esto es que hay un par de universidades de Estados Unidos que poseen algunos derechos de las patentes y los ingresos netos recibidos por regalías de las patentes se repartirían por partes iguales con la comunidad de Totontepec y se ha dicho que ya se han pagado 2 millones de pesos a Totontepec como parte del acuerdo.
El gobierno mexicano no ha tenido un rol activo para asegurar que los derechos de la comunidad de Totontepec sean salvaguardados; básicamente porque es el primer caso que se da y no existen proceso estandarizados ni experiencia en una ley llamada Nagoya, y muchos otros protocolos activos, pero poco estudiados e implementados en nuestro país.
Ahora mismo, con el fin de evitar que las grandes compañías abusen de su poderío económico y se aprovechen de los múltiples vacíos legales que hay, algunas instituciones mexicanas están haciendo su parte, pero con poco o nada de poder ni difusión; pero sí con mucho entusiasmo para concederle la autoría intelectual de su capacidad fijadora de nitrógeno a los productores mixes.
Sea que consideremos al olotón una «planta maravillosa», «el futuro del maíz», o «maíz mixe», debemos superar las complejidades históricas, éticas, para el beneficio de la comunidad mexicana y del mecanismo de fijación biológica de nitrógeno del olotón.
Con información de mxcity.mx: http://bitly.ws/wht2