in

Las subcuentas / partidas oscuras de la Cultura Puebla…

El miedo a la expresión abierta es síntoma de que el cáncer no se ha ido. Miedo a reclamar por la justicia. Miedo a declarar a los perennes desacatos a ley que siguen subsistiendo dentro y fuera de las sombras como siempre…

Miedo a la verdad…

Miedo a obligar a cumplir los reglamentos y la susodicha y mancillada ley. Todo sigue, así, normalizando los desvíos y desvaríos de quienes mueven los hilos desde la agazapante y protectora oscuridad. Legitimizados por sus pares, quienes seducen y aducen estar allí por la voluntad popular, lo que les da, según su visión, su muy particular manera de voluntad para enquistarse en el presupuesto por el fin de los tiempos.

No es sólo una institución oficial la que presume que en sus instalaciones no hay manchas. Eso dicen. Pero en la práctica, en el vivir del día a día, quienes trabajan en esas oficinas o los que asisten por un asunto gubernamental y necesario – ya sean personas normales y ordinarias, ya sean personas con talentos extraordinarios que por esas extrañas razones de como está compuesto, programado y establecido el imperante sistema, les urge una mediación oficial – descubren que lo debe ser regulado estrictamente y justo, nunca lo es.

Ninguna labor o materia bajo el cobijo de la constitución se escapa del escape de la misericordiosa diosa Themis, por ignominiosa omisión o intencional. Hasta la casa de Atenea, donde debe haber más sensatez y sentimiento, no elude esa fuga.

Y si nos vamos a un punto geográfico en concreto, digamos esa urbe llamada Angelópolis, parece que esa incertidumbre permea esos coloniales muros, donde, los que deben de dirigir por mandato, este ordenamiento se maneja desde las sombras por extraños que no tienen, de manera oficial hasta donde sabemos, un cargo o secretaría designada por las autoridades electas por la soberanía del pueblo. Un ente que respira, literalmente, observa, camina, decide u ordena. Al menos eso es lo que las leyendas cuentan para dormir a las ingenuas almas.

Pero nos enfocaremos en aquella que fue creada para proteger, promocionar y difundir la cultura. Lugar que parece no tener eso…

Hay personajes que insuflan ESPERANZA, pero sus actos son contrarios a los que declaman. Sus intereses se anteponen a los de la mayoría de la sociedad, esa que espera se cumplan cabalmente las directrices institucionales. No hay porque esperar algo diferente, el poder sigue siendo el mismo desde hace 90 años, las vísceras envejecen, pero no se doblan. La piel puede ser tricolor, amarilla, azul, guinda o verde; pero esa oligarquía, el nuevo feudalismo, linajes que tiemblan, pero no sucumben persisten aferrados a la lujuria que del poder emana. Les gusta conjugar el verbo ordenar, por el simple hecho de que pueden.

Ojalá, algún día se explique el real funcionamiento del gobierno, en cualquiera de sus tres niveles; y deje en claro cuales son los verdaderos preceptos del sistema…

Cuál es la utilidad que podemos, como pueblo, obtener de esas malignas maniobras…

Moribundo Feliz usurpando el editor del Invidente Zurdo…

Creado por Invidente Zurdo